“Ha caído ‘El Cachetón’”. Con esas palabras el mayor de la Policía, Marco Miyashiro, confirmó lo que un Perú ahogado en crisis anhelaba: Abimael Guzmán, el más grande criminal de la historia del Perú, había caído. La mano salvaje con la que Sendero Luminoso había puesto en jaque al país y dejado al borde del cataclismo, veía a su líder derrotado y con la mirada desconcertante, como aceptando su destino. Hoy 12 de setiembre se cumple 26 años de la denominada “Captura del siglo”.
Eran exactamente las 8 y 45 de la noche del sábado 12 de setiembre de 1992, cuando agentes del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN) irrumpieron en el domicilio de la calle Los Sauces, en Surquillo, y capturaron al líder senderista y a su cúpula. Junto a él cayeron: Elena Iparraguirre, alías “Miriam”-la fiel acompañante de Guzmán-, María Pantoja, “Doris”, Laura Zambrano, “Meche”, la bailarina de danza contemporánea, Maritza Garrido Lecca, y su pareja Carlos Incháustegui.
La imagen de un personaje mesiánico y de reverencia que los militantes de Sendero Luminoso habían forjado de Guzmán, se desplomó esa noche del 12 de setiembre. Al día siguiente, el país conoció el verdadero rostro del terror.
Los agentes del GEIN ya habían ubicado la guarida de Guzmán, rastrearon minuciosamente sus pasos, su entorno y hasta las actividades criminales que sus adeptos -como el atentado de Tarata- realizaban. Su caída era cuestión de horas.
En el predio de Surquillo vivía la pareja Garrido Lecca-Incháustegui, la bailarina utilizaba el primer piso para dictar un taller de danza moderna mientras que en el segundo alojaba al líder senderista.
Esa noche, horas antes de la histórica incursión, los agentes Cecilia Barzón “Gaviota” y Julio Becerra “Ardilla” fingieron ser una pareja que paseaba amorosamente por la cuadra a la expectativa de cualquier movimiento proveniente del inmueble. Cuando la puerta se abrió, “Gaviota” intervino a Garrido Lecca quien terminaba de despedir a su tío y a una bailarina, mientras que “Ardilla” subió al segundo piso en busca del cabecilla terrorista.
Derrotado y notoriamente temeroso –según la Policía-, Guzmán se dispuso a obedecer las órdenes de los agentes, “Usted tiene que saber que en la vida se gana o se pierde. Esta vez le ha tocado perder. Espero que haga una interpretación dialéctica de esta situación” le dijo el general Antonio Ketin Vidal al momento de su intervención.
Ya sentado, pero con el rostro aún desencajado, Guzmán le respondió: “Nos han detenido, puede detener a los demás, puede matarnos, no importa, pero lo que el pueblo tiene aquí (tocándose la sien), nadie lo va a eliminar”.
Guzmán fue presentado públicamente el 24 de setiembre, enjaulado, vestía el clásico traje de presidiario inmortalizado por el cine, unos lentes, y con un carácter desafiante, esbozó ante cámaras su clásico discurso terrorista que por años se vio reflejado en miles de muertes y desapariciones. Un episodio que es imposible de olvidar.
TERRORISMO NUNCA MÁS.
F. O. B