Hace algún tiempo estaba en el debate público el tema de la Concentración de Medios, donde se le acusaba al Grupo El Comercio de acaparar una gran cantidad de medios de comunicación, lo cual le daba una supuesta posición de ventaja y superioridad ante los demás competidores de su sector. Eso es mentira, y no por defender al Comercio, que santos de mi devoción no son, sino mas bien, porque esa supuesta posición de ventaja, no se logró a causa de una restricción a la competencia, sino todo lo contrario, que, por la mejor oferta informativa, de entretenimiento o comunicativa, lograron atraer a una mayor audiencia que sus competidores; Así de simple y sencillo es, La Ley del Mercado, Oferta y Demanda trabajando, y quien sirve mejor al consumidor, al peruano de a pie, es quién crece y próspera, nada más democrático que eso. Además de eso, en un mundo globalizado, donde los medios tradicionales (TV, radio, cine, prensa escrita, etc.) pierden terreno rápidamente ante Youtube, Netflix, Facebook, y demás Webs y Apps que ofrecen mejores servicios con mejores condiciones para las personas. Por lo mismo es un despropósito hablar de una Concentración de Medios, son sólo argumentos irracionales y sin sentido.
Hace poco tiempo el Congresista Mauricio Mulder, presentó la llamada “Ley Antimermelada”, donde, en buen cristiano, propone quitar los enormes e inflados presupuestos publicitarios a los Medios de Comunicación Tradicionales, aquí comenzaron a saltar tirios y troyanos, puesto que, cómo explícitamente lo dice el mote que le pusieron a la ley de Mulder, se les va acabar la mermelada a muchos, comunicadores presupuestívoros (porque periodistas muchos de ellos no lo son) que alquilaban su pluma al mejor postor, y con preferencia al gobierno de turno, a cambio de presupuesto publicitario y jugosas asesorías. Aquí no hay colores partidarios, ni creencias políticas, y menos convicciones ideológicas, sólo la suma de ceros en las cuentas bancarias. Por eso mismo considero bien planteada la ley que propone Mulder, si los medios de comunicación quieren sobrevivir y prosperar, pues que hagan su tarea, sin ninguna “ayudita del gobierno”, ofreciendo una mejor programación, mejores servicios, adecuándose a los tiempos actuales y adaptándose a las nuevas tecnologías vigentes. Quien sirva mejor a los consumidores será quien merezca su preferencia, y por ende, permanecer en el mercado prósperamente.
El Gobierno Peruano está con problemas financieros, gasta más de lo que recauda, y en vez de bajar los gastos, suben los impuestos, cuando llegó el momento de tomar decisiones importantes, prefirieron tomar el camino fácil, meter aún más la mano en los bolsillos de los peruanos, sólo entendiendo un poco de economía podemos saber que, a más inversión, crece el empleo, con ello crece el consumo, y con todo esto, el circuito económico positivo hace moverse saludablemente al país. La razón principal del déficit fiscal no es pues los impuestos bajos, comparativamente hablando son bastante altos en relación a otros países, sino más bien, la falta de inversión, el bloqueo de los grandes proyectos de inversión, el ruido político que no ha permitido a los agentes económicos hacer su trabajo; entonces tomamos el camino fácil, y vamos como carteristas por las ya resentidas billeteras de los peruanos. Ese no es el camino, y lo único que logrará es el efecto contrario a lo que busca el gobierno.
Volviendo a la Ley Antimermelada, El presidente se ha mostrado en desacuerdo con ésta ley, entonces yo pregunto: Señor Presidente, si usted mismo habló de eliminar gastos superfluos, ¿No es ilógico oponerse a una ley que justamente busca acabar con un millonario gasto superfluo? Necesitamos hacer política seriamente, sin populismo, pero tampoco hay que ser blandengue cuando hay que tomar decisiones difíciles, pero necesarias, hay que cuidar cada centavo de los peruanos, y darle el uso más productivo posible. Esa es la tarea del presidente y todo el ejecutivo; la Ley Antimermelada debe ser sólo el comienzo una enorme lista de ajustes presupuestales en todo éste aparato estatal, uno obeso, opíparo, ocioso y mermelero.
Robinson Bernal Abad