Compartimos el comentario del editor Ernesto Carlín a la obra de teatro El diario de Ana Frank
El drama de Ana Frank es ampliamente conocido. La hija de un empresario judío radicado en Ámsterdam tuvo que esconderse con su familia y otras personas de su misma fe en un desván durante la ocupación nazi de Holanda.
Antes de ser descubiertos, escribió un diario que descubrió su padre finalizada la guerra. Lastimosamente, él fue el último sobreviviente.
La obra de teatro se basa en ese diario más un par de escenas que hablan de lo que pasó después.
Siendo conocido el desenlace, lo interesante de la trama es ver cómo se va transformando la protagonista (Patricia Barreto), de una traviesa niña en una adolescente. Todo ello teniendo de telón de fondo las inclemencias de la guerra.
Es notable el nivel de la actriz principal. Al igual que en la película No me digas solterona, recae sobre sus hombros gran parte de la responsabilidad de hacer verosímil lo narrado. Su trabajo hace creíble el paso de la infancia a los primeros escarceos románticos.
Un acierto de la adaptación es que no se exagera en la idealización de los refugiados. Se les exhibe con virtudes y defectos, muchos de ellos producto del encierro. En cambio, los dos holandeses que los encubren son un dechado de bonhomía y participan poco de la acción.
La escenografía, por otro lado, no transmite la sensación de hacinamiento y precariedad que la historia exige.
Más allá de estas y otras observaciones que se puedan hacer, la crítica a la guerra que transmite la odisea de los Frank sigue vigente. El montaje ágil hace que las más de dos horas de función fluya sin inconvenientes.
Ficha técnica:
El diario de Ana Frank
Autores: Frances Goodrich, Albert Hackett. Dirige: Joaquín Vargas. Actúan: Patricia Barreto, Gerardo García Frkovich, Magali Bolívar, Ricardo Goldenberg, Lilian Nieto, David Carrillo, Gonzalo Tuesta, Minou Adolph, Martín Velásquez, Laura Adrianzén. De jueves a domingo, a las 20:00 horas, en el auditorio Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional.