Tanto en la vida como en el fútbol existe una frase que nos hace lamentar bastante: “Nada dura para siempre”. A veces creemos que Héctor Lavoe predecía un fin muy cierto y es que cada letra se convierte en una realidad. Realidad que si la llevamos a un campo de fútbol, se resume a segundos de aplausos y lágrimas, algo similar vivió este último fin de semana “el hijo predilecto de Fuentealbilla”, Andrés Iniesta, el infinito del Club Barcelona.
Cada toque mágico, cada desdoble fenomenal, cada gol pintoresco, cada recuerdo quedó en el centro del campo Camp Nou, cuando Don Andrés vio que la tablilla de cambio emergía de forma ascendente y señalaba su número. Sí, maestro, era el momento de despedirte de tu amado hogar, aquel que te vio ganar 32 títulos. ¡Válgame Dios! en verdad números de un monstruo, pero no solo eso, aquel hogar que te vio llevar la cinta de capitán por 3 años, sin duda el barco se quedaba sin uno de sus mejores tripulantes.
Creo yo que al verte llegar a la banca de suplentes, cada barcelonista traía consigo muchos recuerdos. Sí claro que sí, como olvidar ese gol al Chelsea en instancias finales de la Champions League o quizás esa última pinturita frente al Sevilla en el partido final por la Copa del Rey, momentos gloriosos; digamos que cada recuerdo y cada gol valía por cinco o más Balones de Oro que te negó la vida, pero todos sabemos que para ti sudar el fútbol era y es tu razón de ser.
Messi, Píque, el Barcelona, todo el mundo de la pelotita te agradece por hacernos amar este deporte, sé que no es tu despedida pero también sé que te vas a Japón a terminar tu carrera de una manera más tranquila, de una manera más mesurada y nadie te dirá nada por eso (aunque en mi FIFA 18 ya no pueda utilizarte). Tierras asiáticas te esperan, aunque Rusia 2018 ya te aclama. Sí, ahí nos volveremos a ver, Don Andrés.
Antes de cerrar este texto, no quería dejar de mencionar la frase que resume tu inteligencia en el juego, esa frase que tu amigo Xavi Hernández le recordó a todo el planeta, aquí te lo cito: “Recuerdo que el club culé solo pedía jóvenes con gran masa muscular, pero cuando vi a Iniesta, desde ese momento supe que el músculo más desarrollado que tenía él, era el cerebro”. Gracias infinito capitán, muchas gracias…
S.H.C