Uno de los ministros que más ha destacado en el gabinete es, sin duda, el de Defensa, Jorge Nieto.
Recién estrenado en ese portafolio, ocurrieron los desastres causados por el “Niño Costero” y tomando el toro por las astas, los enfrentó rápidamente. En el caso de Lima, lo primero que hizo fue reabrir la vital Carretera Central, obstruida en varios tramos por los huaicos.
Luego enfrentó con eficacia el desastre en el norte, llevándose toda la gloria las Fuerzas Armadas, que se reencontraron con la población y obtuvieron su gratitud.
Nieto era el ministro más político del gabinete, realizando comentarios prudentes y precisos en defensa de la gobernabilidad y del presidente Pedro Pablo Kuczynski. Sin más poder que su voz, era un primer ministro en la sombra, un verdadero pararrayos del mandatario. Un personaje que necesita todo gabinete.
Además de la aprobación durante su gestión del Planeamiento Estratégico del Sector Defensa en el Campo Militar 2017-2021 –que garantiza un núcleo básico disuasivo-, Nieto se empeñó en reformar el Ministerio –le faltó tiempo- y fue un jefe “protropa”, privilegiando el bienestar del personal, como en el caso de las viviendas.
En el caso del accionar de las Fuerzas Armadas –conjuntamente con la policía- en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) tuvo una labor encomiable en la lucha contra el terrorismo y narcotráfico, principalmente recuperando numerosos pueblos para el Estado y entrando al bastión terruco Viscatán.
De otro lado, impulsó la honestidad y transparencia en la Agencia de Compras de las Fuerzas Armadas y apoyó a la Agencia Espacial del Perú (CONIDA) y su cooperación con otras entidades del Estado.
Asimismo, destacable fueron los ascensos militares, respetando la meritocracia, por lo cual no se registró ninguna queja, a diferencia de otros años. Igual sucedió con las bajas, que fueron de acuerdo a lo estipulado por el Reglamento de cada institución, sin haber reclamos, lo cual da fe que fueron bien elaboradas.
Se va un ministro de lujo, que esperemos sea por su propia decisión y no por cuestiones subterráneas.