En vísperas del tercer aniversario del ataque extremista contra su redacción, la portada de Charlie Hebdo resume el estado físico, y de ánimo, del semanario satírico francés: como encerrado en una caja fuerte o “una lata de conservas”.
El semanario gasta entre uno y 1,5 millones de euros para asegurar la redacción, precio “extremadamente pesado” y que lleva a preguntarse a su director, Riss, en un editorial, si la libertad de expresión no se está convirtiendo cada vez más en un producto de lujo.
“Cada semana, se deben vender al menos 15.000 ejemplares, es decir, casi 800.000 ejemplares al año, solo para pagar la seguridad de los locales de Charlie Hebdo”, explica Laurent Riss.
Desde el ataque terrorista, varios de los redactores de la revista viven con escoltas pagados por el Estado. Sin embargo, la seguridad del local de la redacción superviviente no está costeada por el Estado, asegura.
La revista es la que invierte en “costosos equipos de seguridad” y la que paga cada mes el precio de la vigilancia por parte de agentes de seguridad de una sociedad privada.
D.R.C
