En las orillas del río Nanay, el agua ya no calma la sed ni alimenta con seguridad. En la comunidad Diamante Azul, ubicada en el distrito de Alto Nanay, región Loreto, el líquido vital se ha convertido en una amenaza silenciosa. Más de 100 personas, entre ellas niños, madres lactantes y ancianos, han sido diagnosticadas con altos niveles de mercurio en la sangre, como consecuencia del contacto directo con el río y la ingesta de peces contaminados.
La investigación fue realizada por el Centro de Investigación Científica Amazónica (CICA), que luego de siete meses de análisis clínicos, confirmó un panorama alarmante. Los niveles de mercurio hallados en los cuerpos de los pobladores superan con creces los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud, lo que pone en riesgo su sistema nervioso, inmunológico y reproductivo.
“Es como si nos estuviéramos intoxicando lentamente con cada vaso de agua, con cada comida. Mis hijos tienen erupciones, pierden fuerza y nadie viene a ayudarnos”, cuenta Marta N., madre de tres menores, con voz entrecortada mientras muestra los frascos de medicinas que apenas consigue en Iquitos.
Una amenaza que navega en dragas
La actividad ilegal de extracción de oro ha proliferado en los últimos dos años. Más de cincuenta dragas operan libremente en el Alto Nanay, muchas de ellas utilizando mercurio para separar el oro de los sedimentos del río. Este metal pesado se libera directamente al agua, generando un ciclo de contaminación que afecta no solo al ecosistema, sino también a las comunidades que dependen de él.
“El Estado ha fallado. No hay presencia policial, no hay fiscalización. Solo hay abandono. La minería ilegal no es solo un delito económico, es una condena lenta para miles de personas”, declaró el profesor y activista José Manuyama, quien lidera campañas de concientización en la región.
El silencio institucional es una constante. Aunque los informes han sido remitidos a los ministerios de Salud, del Ambiente y de Justicia, los líderes comunales denuncian que no ha habido intervención efectiva ni plan de remediación alguno.
Un futuro en juego
El informe del CICA no solo confirma el impacto en Diamante Azul, sino que advierte que otras comunidades como Tres Unidos, Santa Elena y El Chino también podrían estar afectadas. La dispersión del mercurio en el agua hace imposible contener el problema solo en un punto geográfico.
A pesar de los esfuerzos locales, las soluciones parecen lejanas. “Nos dicen que esperemos, pero mientras esperamos, nuestra gente enferma más. Cuántos tienen que morir para que actúen?”, cuestiona Rosalía V., enfermera de puesto de salud en la zona, quien afirma que no cuentan ni con los medicamentos básicos para atender intoxicaciones.
La Amazonía peruana es un pulmón del mundo, pero sus habitantes son tratados como prescindibles. La situación en Alto Nanay es una muestra de la negligencia estructural del Estado ante las economías ilegales que arrasan con recursos naturales y vidas humanas. Mientras el mercurio sigue fluyendo por las venas del río, también se filtra en los cuerpos de quienes aún creen que su territorio vale la lucha.
Los pobladores no exigen favores, exigen justicia ambiental, sanitaria y social. Porque el agua que los ha sustentado por generaciones hoy los envenena lentamente, bajo la mirada indiferente de un país que aún no los escucha.