En un escenario político cada vez más inestable, el futuro del primer ministro Gustavo Adrianzén parece pender de un hilo. Diversas bancadas del Congreso vienen articulando esfuerzos para impulsar su censura, lo que provocaría automáticamente la dimisión de todos los ministros que integran el actual gabinete.
La iniciativa ha ganado fuerza tras la ola de críticas que enfrentó Adrianzén por su postura en torno a la masacre ocurrida en Pataz, donde murieron 13 mineros, además del debate generado por el polémico aumento salarial de la presidenta Dina Boluarte y el incremento sostenido de la inseguridad ciudadana. Estos factores han fortalecido la voluntad política de varios sectores para forzar un recambio total en el Ejecutivo.
Hasta el momento, se han presentado dos mociones de censura de manera formal y se sabe que hay al menos otras dos en proceso, respaldadas por las firmas necesarias para ser ingresadas al registro parlamentario. La ofensiva parlamentaria ha tomado velocidad y ya se habla de un posible consenso mayoritario en el Congreso.
La congresista Heidy Juárez fue una de las voces que confirmó el avance del proceso. En una entrevista televisiva, aseguró que varias bancadas ya se comprometieron a apoyar la censura. “Contamos con un respaldo amplio que supera los 66 votos exigidos por ley. Las conversaciones han sido directas, y aunque no todos han firmado, sí han manifestado su voluntad de respaldar la medida cuando se someta al pleno”, señaló.
El bloque que estaría a favor de esta medida incluye a agrupaciones como Renovación Popular, Podemos Perú, Juntos por el Perú, el Bloque Democrático, el Bloque Socialista y Perú Libre. Aunque el panorama político es siempre cambiante, los promotores de la censura confían en que el compromiso se mantendrá firme hasta la votación.
De concretarse esta movida, el país enfrentaría una nueva reconfiguración del Ejecutivo, con el relevo total del Consejo de Ministros. A la espera de que se oficialicen las mociones pendientes y se confirme la votación, el ambiente político permanece en vilo. La estabilidad del gobierno, una vez más, se juega en los pasillos del Parlamento.