
Cuando fue elegido como nuevo líder de la Iglesia Católica, Jorge Mario Bergoglio rompió el protocolo con una broma que recorrió el mundo: “Parece que mis hermanos cardenales fueron hasta el fin del mundo para encontrar al nuevo Papa”. Y no era para menos: por primera vez en la historia, un pontífice nacía en Sudamérica. La noche del 13 de marzo de 2013, tras cinco intensas votaciones en el cónclave, los cardenales anunciaron al sucesor de Benedicto XVI —Joseph Ratzinger—, quien semanas antes sorprendió al mundo entero al renunciar al pontificado, en un discurso en latín que marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia.
Jorge Mario Bergoglio, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, no solo forjó una sólida trayectoria dentro de la Iglesia argentina —como superior de los jesuitas, obispo de Oca, y arzobispo de la capital—, sino que también se convirtió en una figura transformadora al frente del Vaticano. Desde su elección como Papa Francisco, ha llevado su voz a los rincones más olvidados del planeta, con visitas pastorales que abarcan África, América, Asia y Europa. En 2017, su llegada a Chile y Perú fue recibida como un gesto de cercanía hacia sus raíces latinoamericanas.

Mientras que en Chile su llegada generó tensión y controversia por los escándalos de abuso sexual vinculados al sacerdote Fernando Karadima, y por la defensa pública que hizo del obispo Juan Barros, acusado de encubrir los hechos, en Perú la historia fue distinta. El Papa Francisco fue recibido con fervor por miles de fieles que se congregaron en sus actividades en Lima, Trujillo y Puerto Maldonado. En esta última ciudad, ubicada en el corazón de la Amazonía, sostuvo un encuentro memorable con pueblos indígenas y habitantes de la región.
Durante su visita al Perú, el Papa Francisco no esquivó la crisis política. En un encuentro con obispos peruanos lanzó una pregunta que resonó en todo el país: “¿Qué le pasa a Perú que cada vez que sale un presidente lo meten preso?”. También expresó su preocupación por la región al afirmar que “la política en América Latina está más enferma que sana”. Ya de regreso en el Vaticano, el Sumo Pontífice siguió de cerca la situación peruana. Ante las violentas protestas de diciembre de 2022 y enero de 2023, hizo un llamado urgente a detener la violencia y evitar más muertes. A pesar de su avanzada edad y los problemas de salud que ha enfrentado —desde una neumonía en su juventud hasta operaciones recientes en el colon y molestias en la rodilla— Francisco ha mantenido una presencia activa en los asuntos globales y latinoamericanos.
Pese a los límites físicos, el Papa Francisco ha llevado su mensaje de fe y esperanza por todo el mundo. Desde las playas de Copacabana en 2013, donde saludó al pueblo peruano a través de RPP durante la Jornada Mundial de la Juventud, hasta los rincones más lejanos del planeta, su presencia pastoral ha sido constante y profundamente cercana.
En diciembre de 2024, en un emotivo consistorio en la Basílica de San Pedro, nombró a 21 nuevos cardenales, entre ellos al arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio, fortaleciendo el liderazgo eclesial del continente sudamericano.
Sin embargo, su camino no ha estado libre de desafíos personales. En 2021 fue operado del colon; un año después, su rodilla le impidió viajar a África. En 2023, su salud volvió a preocupar tras una bronquitis que lo llevó al hospital. Aun así, Francisco siguió de pie, aferrado a su fe y a su compromiso con los más necesitados.

El 14 de febrero de 2025, el Papa Francisco fue internado en el Hospital Gemelli de Roma luego de cumplir con sus obligaciones diarias. Lo que comenzó como un tratamiento por bronquitis se convirtió en una batalla crítica contra una infección polimicrobiana, que desencadenó una neumonía bilateral. El mundo católico permaneció en vilo. El 6 de marzo, su voz resonó en la Plaza de San Pedro a través de una grabación. Agradeció las oraciones de los fieles, con palabras que conmovieron profundamente. Fue su último gesto de cercanía, un mensaje de fe que dejó una huella imborrable en millones de corazones.
Tras haber atravesado dos episodios médicos críticos que comprometieron su vida, el Papa Francisco fue dado de alta el 23 de marzo. Su recuperación fue calificada como un “milagro médico” por el doctor Sergio Alfieri, jefe del equipo que lo atendió.
El 20 de abril, para sorpresa del mundo, el pontífice volvió a aparecer en público desde el balcón de la logia central de la Basílica de San Pedro. Con una sonrisa serena y una voz cargada de emoción, saludó: “Queridos hermanos y hermanas, felices Pascuas”. Luego, saludó a la multitud desde el Papamóvil, en un momento que quedará grabado en la memoria de la Iglesia. Durante su pontificado, Francisco se convirtió en un símbolo de fe viva: promovió la humildad, abrazó a los marginados y alzó la voz en defensa de la justicia social. Aun en los tiempos más turbulentos, fue un pastor cercano, capaz de guiar con ternura y valentía.