Por: Nestor Diaz Diaz
Periodista: Reg.-N°- 9137 –
«El arete decía JV y de osadía le saco el arete y lo boto. Me dijo eres guapo, le dije, si, soy de Cañete. Ganamos con gol de Oré. A los años nos convocan a la selección peruana de Moisés Barack, y él a la entrada al primer entrenamiento me dijo »Acá mando yo». Luego fuimos patas», narró Samuel Eugenio la anécdota de un clásico de los 80. La picardía del «chamuco» y el liderazgo del «patrón» en aquel arete recién llegado de Canadá, que se camufla en el césped hasta la brisa de hoy. El «patrón» Velásquez es la figura de la marca y manejo de tiempos en el medio campo, es la representación de la disciplina por excelencia, es uno de los artífices de plasmar el nombre Perú en dos mundiales consecutivos (78, 82 ). Con similar solvencia suelta verdades en sus declaraciones, como señalar a los que «arrugaron» frente a Argentina en su mundial. En las calles y pueblos jóvenes se pasea con la frente en alto, saluda a los hinchas de un apretón de manos, se siente gratificado; conocedor de sus raíces y bendecido por su talento.
En las vísperas de la fecha FIFA doble por las Eliminatorias hacia el mundial de Norteamérica 2026, «donde los de Fosatti juegan ya como invitados, con pase de cortesía»; es ineludible destacar la figura de José Velázquez. Un prodigio del fútbol peruano que, conjuga la técnica con la táctica, el coraje con la templanza. Frecuenta como embajador blanquiazul a los match en Matute y otras actividades. En una de ellas un socio se acerca y esboza: – Tú jugaste con Cubillas y Cueto. A lo que Velásquez le aclara: – Ellos jugaron conmigo. Causando la risa de los aficionados. Su estilo no es soberbio, es claro y contundente en sus conversaciones. – Lo que ves de Zambrano aquí en Alianza y en la selección es mínimo para lo que quitábamos pelota nosotros, anticipar, interceptar, es la labor de todos. Me relata mientras se saca la gorra y rebota la frase: con estos no pasa nada. En una de sus últimas declaraciones zanjó: «Recién me entero que quiere jugar en Alianza Lima (Paolo Guerrero). Sería fatal que Alianza Lima lo contrate si no ha podido desarrollarse en el equipo anterior (Vallejo). No está para nada”. Los meses le pueden dar la razón al «patrón».
José Manuel Velásquez Castillo, fue clave para conquistar la Copa América de 1975, aquel niño que se inició jugando en San Luis de Cañete, para posteriormente al observar sus habilidades, Rafael «Cholo» Castillo, formador de menores de Alianza Lima, lo invitara a entrenar con el cuadro de La Victoria cuando tenía 14 años. Ahí empezó a escribir su historia para los libros de oro del fútbol. Debuta a los 17 años como central, luego es colocado en el medio sector «su casa». Con el club de sus amores consigue en tres oportunidades el campeonato nacional, e integra la mejor volante de nuestros lares en el bicampeonato de 1977 y 1978. Al siguiente lustre emigra a Colombia para enrolarse al Independiente Medellín, en el que alimenta de pases a Hugo Sotil. España también lo aguardaría. Los lentes de las agencias de noticias lo acompañan al ser nominado al Balón de Oro Global por la FIFA en 1977. Todo un crack del balompié o un ídolo de masas con su «African Look», impuso incluso la moda en las barberías de Europa. Si en estos tiempos jugara hasta el «Rock and gol» de Ancelotti lo anhelaría.
En el Mundial de España 82, Perú perdía ante Italia, y «El Patrón» realizó una de las cosas más inusuales en un juego: al ver que el italiano Giancarlo Antognoni, le iba ha ganar la dividida tras pase de César Cueto, Velázquez barrió casualmente al juez alemán Walter Eschweiler. ¡Lo derribó al césped!. El réferi cayó al suelo de cabeza y, todas sus tarjetas se esparcieron por doquier. Al sentarse, se agarró rápidamente la nariz, pero aún así pitó la paralización del partido. Un hecho insólito, «faul al árbitro». Se repone, ante los ojos de Oblitas y «el patrón» se acerca para disculparse. En otro acontecimiento propio de un líder: antes que arranque el Mundial del 78, Marcos Calderón DT peruano, recibe la visita en su habitación de Velázquez. Luego de la sorpresa del «oso», José le abrevia la charla y le «ordena». «Yo sé que usted es el que manda, pero le vengo a sugerir que ponga a Jaime Duarte por Navarro, César Cueto por Quesada y a Guillermo La Rosa por Percy (Rojas). Con ellos el equipo será otro”. Calderón se quedó asombrado y sólo atinó a responder. «¿Y qué pasa si no te hago caso?». El «patrón» fue con la pierna en alto: “Muy simple no juego. Si usted quiere me saca de la selección y se inventa que estoy lesionado o dice la verdad, pero esa es mi última palabra. Hágame caso, verá que no se arrepentirá, nos conocemos de Alianza y estoy seguro de que jugaremos mejor” concluyó Velásquez. El caudillo tuvo toda la razón. Sus recomendaciones dieron un efecto positivo en el rendimiento colectivo de la generación gloriosa. Le armó el equipo al DT. ¿Algún futbolista nuestro se atreverá a poner el parche al «nono»? ¡Centro al área y tú tienes el balón!