Ricardo Sánchez Serra
Por una invitación de la Asociación Cultural Turca Bósforo tuve el honor de disertar sobre la situación en Turquía, en el salón Ciro Alegría, de la Feria Internacional del Libro de Lima.
Gran parte de lo que ocurre en ese país lo he escrito en diversos artículos, por lo que poco me queda por referir, aunque día a día aumenta la persecución a los opositores del dictador Recep Tayyip Erdoğan. Esta realidad pasa desapercibida porque la situación en Venezuela acapara los medios de comunicación.
El tema común son los ciudadanos que buscan refugio. En el caso de Turquía más de 400 mil personas han huido pidiendo refugio o asilo en otros países. Muchos en Europa, Estados Unidos y en el Perú.
Erdoğan está destruyendo Turquía: desintegrado los lazos interétnicos e interreligiosos que existían. Ha creado una histeria nacionalista. De las decenas de miles de detenidos, entre ellos periodistas, intelectuales, profesores, militares, hay cientos de mujeres con sus bebés que están en las cárceles. Es la mayor purga de la historia de Turquía.
Incluso han secuestrado a pacíficos profesores turcos en Malasia, el Movimiento Hizmet –que propugna educación con valores y principios, y diálogo interreligioso- fue declarado fuera de la ley. El ministerio de asuntos religiosos ordenó que embajadas e imanes hagan seguimientos a turcos en el exterior. Los países europeos rechazan extradición de turcos perseguidos por Erdoğan.
Al Perú están llegando numerosas familias, a las que la embajada de Turquía les niega sus pasaportes o su revalidación. Las está convirtiendo en apátridas. Todas las personas que han venido son profesores, catedráticos e intelectuales en general. Si le pasara algo a un turco en el Perú, hago responsable directo al embajador de Turquía en el Perú, Ferda Akkerman, representante de la dictadura de Erdoğan. La Cancillería peruana está notificada.
¿Qué debe hacer la comunidad internacional ante el apocalipsis turco? En primer lugar, preocuparse prioritariamente por los refugiados que huyen de ese país. Asimismo, hacer un llamado al gobierno de Turquía para que respete los derechos humanos y el estado de derecho. Pedir que deje de perseguir a instituciones pacíficas como al Movimiento Hizmet o Gulen. Dar un plazo para que libere a las personas injustamente encarceladas. Y, dar un ultimátum para que Erdoğan no apoye a las bandas de terroristas, como Isis o Al Qaeda.