Clásico es amarte

Néstor Díaz. 🖊

10 de febrero del 2024.

   ¿Te imaginas jugando un clásico, siendo protagonista en la cancha, ya sea del bando crema o blanquiazul? Sí, tú de nueve, de extremo o pivote. Debe ser una experiencia intransferible, donde los pulmones emanan el último aliento y los chimpunes hasta patean los banners publicitarios. Dejar todo el alma en el gramado por un honor palpitante en las cuatro tribunas. No da tregua el equivocarse en la salida con la pelota dominada, quedar en desventaja numérica en un contragolpe y menos aún despreciar un gol cantado. «Estamos contentos, es inexplicable la sensación, el clásico se tenía que ganar sí o sí». Es una declaración solvente de los protagonistas después de estos match. Este clásico trae un ingrediente adicional y para muchos pintoresco que no agradó para nada a los de Ate, el famoso «apagón» de la final del torneo 2023. Es que son detalles que se guardan en las viejas páginas de los periódicos, pero son una motivación viva y caminante en estos lances.

   Compaginando algo del origen de la rivalidad entre Alianza Lima y Universitario, nos topamos con aquel primer encuentro del 23 de septiembre de 1928, en el llamado «clásico de los bastonazos». Los merengues anotaron el único tanto del partido a los 7 minutos, por obra de Pablo Pacheco.  Los aliancistas intentaron sin suerte alguna y el cotejo se convirtió con mucha fricción de ambos lados, los de la Victoria terminaron con cinco jugadores expulsados. Tras el partido nacieron las grescas en las gradas, insultos y los bastonazos fueron el plato de fondo. Muchos relatan que la rivalidad arrancó por temas racistas, pero la realidad es que fue por cuestiones sociopolíticas ya que; Universitario tenía cercanía con el Partido Civil, el cual era oposición al presidente Augusto B. Leguía, quien alentaba a los de la Victoria. Es preciso resaltar que en aquel año Alianza Lima se coronó por primera vez bicampeón del fútbol peruano,  a pesar de perder con su ya clásico rival.

   Se vivió una jornada más del clásico del fútbol peruano (tercera fecha de La Liga 1 Betsson 2024),  esta oportunidad en el Coloso de José Díaz. A las entradas perimétricas del recinto las fuerzas del orden se desplazan como si se prepararan para una guerra, en camionetas, motos, caballos; con escudos y uniformes voluminosos son los dueños de las calles.  Cuatro hombres de Serenazgo pasan sin conocer a nadie y un borracho proclama: – ¡Los han sacado de la cárcel a pasear hasta las 5 p.m. Ya es hora que regresen! ¿ha? Los de seguridad atinan a observar a otro lado,  como si no oyeran.  Una anécdota que concluye en festejo por los hinchas, es un clásico y se presenta de todos los colores. Los compadres saltan a la cancha y sí que es una batalla, las alineaciones de 3 – 5 – 2 por Restrepo y Bustos, originan el dispute cuerpo a cuerpo. El césped colmado de papeles blancos y azules son cómplices de la combinación perfecta de Concha, Flores, para que se escabulle Polo y decrete en el primer palo el único tanto del match (18 minutos). Saravia se comió el gol, el guardameta debe morir en su palo. Alianza pisa el acelerador, pero su DT margina el primer tiempo a Serna sin pelota,  no se jugaba por la banda del habilidoso extremo; ventaja para los cremas con tan sólo controlar bien el sector izquierdo.

   En la segunda mitad la batalla de ida y vuelta se intensificó, con similares opciones que los primeros 45, pero con un ingrediente superior para el cuadro de La Victoria dado que, el objetivo era igualar y voltear el tablero.  Ingresa Costas para otorgar mayor movilidad en la medular, sin embargo, la defensa merengue comandada por Aldo Corzo los mantiene en sus líneas.  Universitario traslada mejor la de cuero, con seleccionados de buen pie. Los gritos de las tribunas alientan a garganta purificada, y a los 66 minutos Yiovany Ramos ve la roja, tras una patada innecesaria a Calcaterra que andaba fresco.  Como si eso fuera suficiente a poco del final, José Rivera encara a Saravia y este impide la arremetida,  Diego Haro de regular actuación, revisa el VAR y le clava la roja. El defensor Juan Pablo Freytes calza los guantes y se acomoda bajo los tres palos. Los íntimos con dos hombres menos, algunos hinchas abandonan las tribunas, quienes se pierden de presenciar el gol anulado a Barcos, un gol cantado a la nada, al vacío; «el pirata» se encontraba adelantado. Hasta el último suspiro se luchó de las dos partes, similar a aquel primer encuentro de 1928, sólo que no hubo bastonazos; así se disputan los clásicos y la «Victoria» se lo llevaron a Ate. ¡Centro al Área y tú tienes el balón!