El cine al aire libre está de regreso en el Goethe-Institut
El Goethe-Institut invita al homenaje del gran Fritz Lang, con cine al aire libre este jueves 9 de noviembre, en el que proyectará, en su Estacionamiento, el clásico de los clásicos que es «M».
Con esta película sonora, en su versión restaurada en Alemania, Fritz Lang, ya famoso por su «Metrópolis», pasa a ser uno de los padres del cine como lo conocemos. Y el míercoles 22 de noviembre, para continuar con cine clásico alemán, le toca el turno a R.W.Fassbinder. La entrada es libre
La dirección es Jirón Nazca 722, Jesús María
Ha regresado el Cine al Aire libre:En noviembre le toca el turno a los grandes clásicos del cine alemán.
M
de FRITZ LANG
1931, b/n, 117 min
Subtítulos en español
Ingreso libre, sin inscripción
Un infanticida amenaza la existencia pacífica en Berlín, alarma a la población, y las pesquisas de la policía impiden prácticamente que los bribones habituales realicen sus lucrativos negocios. Por esta razón, el mundo del crimen organizado emprende una búsqueda paralela a la de los agentes del orden. Los bandidos consiguen su propósito y atrapan al delincuente, le someten al veredicto de un tribunal de hampones que le condena a muerte. Antes de que el asesino pueda ser ejecutado aparece la policía y lo arresta «en nombre de la ley».
Más sobre la película
Una niña juega en la calle, un hombre le dirige la palabra y le sigue. La secuencia revela claramente que el hombre la asesina. La población es exhortada a colaborar con las pesquisas policiales para hallar al asesino, en tanto que el criminal, un ciudadano aparentemente pacífico, prosigue su vida sin que nadie lo identifique o. La repulsa y odio colectivo se dirigen contra el desconocido. Aumenta el pánico en la ciudad y empieza a manifestarse la histeria, manías persecutorias y los odios latentes.
El mundo organizado del hampa se ve perturbado en sus actividades por las permanentes razias de la policía. Rivaliza con las fuerzas del orden en la búsqueda del asesino. En un montaje paralelo se ve sentados a la policía y a los gánsteres para conferencias sobre las correspondientes medidas a adoptar. Finalmente, el mundo de los bajos fondos localiza al asesino, gracias a la ayuda de un mendigo ciego. Un tribunal formado por los maleantes le interroga y condena a muerte. La llegada de la policía en el último momento impide su linchamiento.
Fritz Lang alcanzó con «M» un punto culminante de su creación artística. Aquí, parece superada la contradicción existente entre la ingenuidad de la acción y la reflexión artística, que caracterizaba a sus películas anteriores: DER MÜDE TOD, DIE NIBELUNGEN y METROPOLIS.
Como personajes principales aparecen los dirigentes de las organizaciones de la policía y de los bajos fondos. El gobierno no cuenta en realidad («¡El señor ministro parece no querer entender!»). Queda revelada la interrelación entre miopía colectiva y terror organizado. En este sentido, en «M» podemos contemplar los últimos años de la República de Weimar. En la presentación, hecha en varias ocasiones de la forma similar de proceder de la policía y la organización de maleantes, se anticipa así su «identidad en la realidad política de los años posteriores.» (U. Gregor/E. Patalas, «Geschichte des Films», Gütersloh, 1962)
Al margen del hecho de que «M» es la primera película sonora de Fritz Lang, se inicia así un nuevo capítulo en la obra creadora del director. Las experiencias del expresionismo, de las que Lang había partido, no fueron inútiles. La costumbre de mover a sus intérpretes como figuras en un amplio tablero de ajedrez, le confirió a Lang una destreza extraordinaria en el dominio del espacio y en la utilización armónica del campo visual. En «M» se libera él de la coacción a la que le había sometido la estilización sistemática. Ahora, la expresión artística personal coincide totalmente con el desarrollo natural de la acción. Esto se muestra, por ej., en aquel plano en el cual la cámara encuadra desde lo alto la amplia superficie de asfalto de una calle casi desierta; dos figuras insignificantes al final de la calle le bloquean el paso al asesino. Esta composición de la imagen parece ser fruto de la casualidad, pero en realidad guarda una relación muy precisa con la evolución dramatúrgica.
Lang se nos muestra también deudor de sus comienzos expresionistas en la utilización de detalles reales como símbolos y metáforas. Confiere una enorme fuerza expresiva a ruinas desoladas y naves fabriles destartaladas; los rótulos de las empresas adquieren una intensidad casi mágica.
El tratamiento de la luz reviste en «M», al igual que en las anteriores películas de Lang, una importancia capital. El juego de luces y sombras crea aquel «realismo mágico» (Dieter Kuhlbrodt), que le confiere un anota de trascendencia y definitividad a todo gesto insignificante. El pensamiento y los sentimientos humanos parecen estar también determinados por este dubioso mundo objetual. Lang mismo había descubierto en varios casos criminales de la época un aspecto común: «La psicosis de angustia de la población, la autoinculpación de los espiritualmente inferiores y las denuncias en las que parecían descargarse el odio y los recelos acumulados durante decenios de convivencia.» El montaje revolucionario, ejemplar incluso para hoy, se caracteriza por la separación consecuente de imagen y sonido. Lang se limita en primera línea a los diálogos y a los ruidos y sonidos con función dramatúrgica (el silbido de la melodía de Grieg), que impulsan la acción hacia adelante o que flanquean indirectamente su narración.