Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo
Periodista: Reg. N°. – 4654-
Ante el panorama de – recesión – económica que estamos atravesando, nos lleva informar inexorablemente la verdad, qué lo que está sucediendo con este gobierno de Dina Boluarte Zegarra. Puede ser que suene a cruel, despiadado y que estoy dramatizando; lamentablemente es la realidad. Es primordial poner las cosas en el tiempo, y espacio.
Hace 25 años, fue la última recesión, en el año de 1998; provocada por circunstancias externos a la economía, como: El fenómeno del Niño de ese año que fue inclemente con los peruanos, con un gran perjuicio a la infraestructura y sectores productivos, y se adiciona la crisis de la deuda asiática y rusa que afectó los flujos de capital a los países emergentes, y restringió no solo el crédito externo al gobierno y la banca sino el flujo de inversión extranjera. Además, el Perú recién había reestructurado su deuda externa con el plan Brady en 1996. El impacto de estos imprevistos fue muy férreo sobre la aún incipiente recuperación económica peruana. Si bien la economía peruana había crecido en promedio a 6.84% anual los 5 años anteriores, el golpe fue muy fuerte, y en 1998 el PBI cayó -0.4%, y sectores enteros de la economía fueron muy afectados como la pesca, el agro, la industria y la construcción, y como consecuencia cuatro bancos quebraron y todo el sistema financiero quedó herido, y además el gobierno y el BCR no tenían espacio fiscal o monetario para hacer una política contra cíclica como lo tienen hoy. La salida fue dura y dolorosa y tomó hasta los años 2000, y el tercer semestre del 2001.
Actualmente el Perú es otro y por lo mismo tiene más operación, táctica y posibilidad de reacción. Al 31 de diciembre de 1997 el Perú tenía US$ 10,670 millones de reservas en el BCR, hoy, al 31 de diciembre del 2022 US$ 71,803 millones y los activos del sistema financiero eran 39,600 millones de soles, y hoy al 31 de diciembre de 2022 son 379,508 millones de soles y además tenemos grado de inversión que nos permite tener tases de interés bajas y acceso a crédito externo. Esto ha permitido que el Perú pueda hacer frente a las crisis y hacer políticas contra cíclicas, como se hizo en el 2020 con el programa “Reactiva” con el BCR, o yendo más atrás cuando el Perú salió airoso de la crisis del subprime (Hipoteca basura) en el 2009 creciendo 8.3% al año siguiente. Es innegable.
La recesión de hoy encuentra un país mucho más fortalecido financieramente para hacerle frente a una recesión, e incluso con más posibilidades de hacerle frente al mega fenómeno del Niño en filtración avisada por Senamhi; subrayando el fortalecimiento económico por otros presidentes anteriores. Sin embargo, tiene muchas otras debilidades, solo ha crecido un 2.33% anual promedio en los últimos 5 años hasta el 31 de diciembre del 2022, la inversión privada está de caída y cerrará este año un 7% negativa, al igual que el consumo privado y no hay política expansiva de gasto del Estado que la compense. En suma, la recesión que hoy vivimos a diferencia de la de 1998 y la caída del 2008 es casi totalmente la hechura de gobiernos incompetentes en la última década, en particular el último quinquenio y obedece más a causas de políticas totalmente equivocadas que a externos escenarios.
Por lo argumentado, el país puede elevar esta situación con políticas correctas y una gestión efectiva, atrevida y audaz, aprovechando nuestras fortalezas macroeconómicas, ya que tenemos una inflación cayendo, que es inevitable pararlo si este gobierno no se centra realizar una buena gestión. Existe altas reservas en el BCR, un sistema financiero sólido, tenemos grado de inversión, y una población laboriosa deseosa de trabajo. Frente a ello, las debilidades son superables, en primer lugar, desconfianza y expectativas negativas entre empresarios y consumidores, violencia e inseguridad que requieren acción decidida y rápida, y espacio fiscal restringido, pero con capacidad de movilizar capitales e inversión. Fórmulas para reactivar la economía existen muchas, pero lo que se necesita en primer lugar es entereza, firmeza, gestión y decisión; acompañada de políticas y señales de estabilidad sólidas por este gobierno híbrido sumiendo al fantasioso iluso de una nueva constitución. El país necesita reconfortar y fortalecer la democracia para que se consolide el Estado de derecho.