Lucas Patrick Machado, de 24 años, no imaginó que su vida cambiaria tanto al conocer a Celso* en una red social, en julio de 2014.
Luego de compartir varios mensajes, ambos jóvenes decidieron cenar juntos,el encuentro terminó en un motel, donde mantuvieron relaciones sexuales con preservativo.
«Siempre decía que era yo era bonito y buena onda, que quería conocerme y que podríamos estar juntos. Por eso decidimos salir. Yo le había dicho que no tenía condones y le pedí que llevase, porque estaba sin dinero», recuerda entre lágrimas Lucas.
Al despedirse esa noche, Machado se sintió triste y algo decepcionado, puesto que Celso, no demostró interés en mantener contacto.
«Nos fuimos y él me dejó en casa. No nos hablamos más en las semanas siguientes. Me sentía usado porque creía que podría tener algo serio», contó el joven.
Después de tres meses sin noticias, una llamada telefónica estremeció a Machado.
«Él (Celso) me llamó y sugirió que me hiciera un examen de VIH porque me había ‘dejado un regalo’ en la noche que compartimos», relata Machado.
Horas más tarde, Machado recibió los resultados de los exámenes.
«El médico confirmó que yo era seropositivo. Me quedé inmóvil. Para mí la vida había terminado».
Pese a pesar de creer que fue víctima de transmisión intencionada de VIH, acto condenado en Brasil, Lucas Machado optó por no denunciar a Celso.
El Código Penal prevé una pena de hasta un año de prisión a quien expone a la pareja a una enfermedad venérea sabiendo que está infectado.
N.R.C.H