La poesía de Hilsa Rodríguez, especialmente en su libro «El amor ha parido una luz terrible», utiliza metáforas para evocar el dolor del amor y mostrar las cicatrices del cuerpo herido en la poesía.
Esta colección de imágenes perturbadoras y cotidianas exploran el silencio y emergen de forma inesperada. El sujeto lírico se siente insatisfecho con su entorno y con la intensidad de su amor, que desborda cualquier escenario. Se pudo conocer que también menciona un lugar sucio y grotesco donde habita, reflejando su propia imperfección y deseos.
Los versos de Hilsa Rodríguez están marcados por cicatrices y sombras, presentándose en espacios oníricos que revelan la grotesca naturaleza de los propios recuerdos del lector. Se destaca un sueño perturbador en el que el padre realiza actos violentos y el yo lírico se defiende, lo que muestra la presencia constante de seres reales capaces de causar daño en la poesía de Rodríguez.
Además, se menciona la angustia de la poesía, especialmente en el proceso creativo, se percibe claramente esta angustia, ya que logra plasmar sus aflicciones y miedos en su propuesta estética. El dolor lo describe como una bestia en el pecho, un perro rabioso, un aullido y una lágrima incesante.
Por último, menciona la idea de Siri Hustvedt de que todos estamos hechos, en cierta medida, de memoria. En el libro «El amor ha parido una luz terrible» de Hilsa Rodríguez, se perciben gestos repentinos, sensaciones inciertas y comportamientos que el sujeto lírico no logra comprender del todo.
Sin embargo, estos elementos están presentes y forman parte de la memoria que la autora ha construido a partir de su propia experiencia y la de los demás. Los lectores de este poemario también construirán su propia memoria, donde su experiencia de vida se entrelaza inevitablemente con la poética de la angustia y el dolor propuesta por Hilsa Rodríguez.