El 2 de junio es el Día Internacional de la Concientización sobre la Miastenia gravis. Por este motivo, las organizaciones de pacientes y familiares y la comunidad médica aprovechan la fecha para difundir información y datos certeros sobre esta particular dolencia autoinmune.
Cuando una persona está afectada por la miastenia gravis, su propio sistema inmune genera anticuerpos (defensas) que, por error, atacan a los receptores localizados en la unión neuromuscular. En consecuencia, la señal eléctrica, que codifica las órdenes desde el sistema nervioso hasta la fibra muscular, no se transmite correctamente. Por ello, el músculo en cuestión se contrae menos de lo que debería o lo hace de forma débil.
Los anticuerpos más comunes asociados a esta enfermedad (en más del 80% de estos pacientes) se llaman ACRA (anticuerpos antireceptores de acetilcolina) y son los que atacan a los receptores musculares especializados en interactuar con un neurotransmisor llamado acetilcolina, que es clave en la contracción del músculo.
Cuáles son los síntomas de la miastenia gravis
Una de las características centrales de esta enfermedad es la debilidad muscular que fluctúa a lo largo del tiempo. Al momento de hacer ciertas actividades físicas, la sintomatología comienza a aparecer y el paciente sufre una debilidad importante que suele recuperarse tras el descanso.
En ocasiones la enfermedad sigue un curso benigno, especialmente en personas mayores de 60 años, que es considerado un inicio tardío. No obstante, si la afección se expresa a partir de los 30 o 40 años, puede presentar un curso más agresivo, por lo que afecta a más grupos musculares.
Qué origina la miastenia gravis
En el origen de esta patología suele haber una cierta predisposición genética, pero actualmente no se considera que la enfermedad sea hereditaria. Cabe señalar que, en algunas situaciones, se identifican casos de bebés que nacen con esta sintomatología, de madres diagnosticadas con miastenia gravis. Sin embargo, si es tratado oportunamente, por lo general se recupera de forma total durante los meses posteriores al nacimiento.
Cómo se diagnostica y cuáles son los tratamientos
Este se establece tras un completo examen clínico que realiza el neurólogo. También se indican estudios específicos de laboratorio y pruebas neurológicas además de, en ciertos casos, solicitar una tomografía de tórax. Según la doctora Valeria Salutto, actualmente las opciones disponibles para el tratamiento de esta patología se dividen en dos grandes grupos:
1- Tratamientos Sintomáticos
2- Tratamientos que buscan cambiar el curso de la enfermedad
Cuáles son los músculos más afectados
Aunque la miastenia gravis puede afectar cualquiera de los músculos voluntarios, ciertos grupos musculares se ven afectados con mayor frecuencia, estos son:
1- Los músculos de los ojos
En más de la mitad de los casos de miastenia gravis generalizada, los primeros signos y síntomas incluyen manifestaciones oculares, como las siguientes:
– Caída de uno o ambos párpados (llamada ptosis palpebral).
– Visión doble (llamada diplopía), que puede ser horizontal o vertical y que mejora cuando un ojo está cerrado.
2- Músculos de la cara y de la garganta
En aproximadamente el 15% de los casos de personas con miastenia gravis generalizada, los primeros síntomas involucran los músculos de la cara y la garganta, que pueden:
– Afectar el habla (la voz puede sonar baja, gangosa o nasal)
– Generar dificultades para tragar, con atragantamientos al comer.
– Causar problemas para masticar.
– Alterar la gesticulación y las expresiones faciales.
3- Músculos del cuello y las extremidades
– La debilidad en las piernas puede afectar la forma de caminar.
– Se dificultan actividades cotidianas como lavarse los dientes o peinarse.
– La fatigabilidad de los músculos del cuello puede dificultar sostener la cabeza.