Una investigación de la Universidad de Oviedo, España, reveló que las calorías que se ingieren en el desayuno tienen relación directa con la posibilidad de desarrollar enfermedades como obesidad, hipertensión arterial y diabetes.
Los participantes del trabajo fueron un grupo de voluntarios del estudio sobre dieta, cáncer y salud EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), que se desarrolla en Asturias, Granada, Murcia, Navarra, Guipúzcoa y Barcelona.
Las pruebas consistieron, para empezar, en el análisis de la dieta de cada individuo, así como la extracción de una muestra de sangre para tener conocimiento de su ingesta de carbohidratos, proteínas, grasas y fibra total del día y de cada una de las tomas realizadas.
Con estos datos, observaron que el número de sujetos que sufrían síndrome metabólico era un 38% menor entre quienes ingerían en el desayuno un 15-30% de las calorías del día. Las patologías en las que se vio más efecto fueron la obesidad, la hipertensión y la diabetes.
Los autores del trabajo también observaron que quienes hacían cinco comidas al día desayunaban menos, un hecho que asociaron con un 23% más de posibilidades de sufrir síndrome metabólico, “quizá debido a un mayor picoteo entre horas”, apuntaron los expertos.
“El síndrome metabólico no se presenta como una enfermedad. Sin embargo, este enemigo silencioso tiene la capacidad de desencadenar patologías que podrían ser mortales, como el ACV, la diabetes tipo 2, o los ataques cardíacos, entre tantas otras. Trabajar día a día para llevar y mantener un estilo de vida saludable es, según la Organización Mundial de la Salud, la única forma de prevenir y combatir esta amenaza que se convirtió en una epidemia a nivel global”, explicó el médico Alberto Cormillot.
La importancia de la distribución diaria de las calorías
“Muchos estudios han concluido que el desayuno es una de las comidas más importantes del día y que aquellos que no desayunan tienen más problemas de salud. Sin embargo, la relación entre el tamaño del desayuno y el síndrome metabólico no había sido estudiada”, según explicó Cristina Lasheras Mayo, profesora del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo y una de las firmantes del trabajo.
Por esta razón, los estudios actuales sobre nutrición se centran no sólo en analizar la influencia de la ingesta total de alimentos y nutrientes, sino en observar la importancia de cómo son distribuidos a lo largo del día.
“La mayoría de los trabajos hasta el momento habían valorado la relación entre la composición de la ingesta y distintas enfermedades, y se focalizaban en el efecto de las comidas del mediodía, la cena o bien en la ingesta nocturna y son pocos los que se habían centrado en el desayuno -apuntó Lasheras Mayo-. Por este motivo, nos propusimos en este trabajo profundizar en el efecto del desayuno sobre la salud metabólica”.
Desayunos para controlar la diabetes y la hipertensión
“A las clásicas tostadas que comemos a la mañana con queso y mermelada las podemos mejorar muchísimo, tanto desde el punto de vista culinario como nutricional. Incorporando pequeños cambios a la hora de preparar cada plato podemos mejorar mucho la calidad de lo que vamos a comer. ¿Cómo? Dándole importancia por un lado a las proteínas y, por otro, a las fibras”, explicó Romina Pereiro, licenciada en nutrición.
Incorporar fibras y proteínas es clave para lograr más saciedad, además que permitirá cuidar la microbiota. Asimismo, disminuirá el índice glucémico de algunos carbohidratos y conllevará a que esa energía sea liberada de forma gradual. De esta forma, se evita posibles picos de glucemia.
“Además, vamos a sumar algunos nutrientes que son los que recomienda la dieta DASH (sigla en inglés de Dietary Approaches to Stop Hypertension), específicamente para personas con presión arterial elevada, como son calcio, magnesio, fibra y potasio”, agregó la experta.