La ciencia, la tecnología y la innovación han cobrando creciente relevancia en los últimos años y se han transformado en un determinante fundamental de las posibilidades para crecer y competir en el mercado mundial.
La empresa llamada Kovi dedica a la industria textil de La Matanza que inició realizando cortinas, pero con el tiempo decidieron iniciar con telas nanotecnología para fabricar toallas capaces de inactivar hongos y bacterias, pero la vida dio un giro debido a que la pandemia llego e el 2020 y optaron por otro proyecto lo que ayudo a puedan progresar. Empezaron a realizar mascarillas y junto a la Universidad de Buenos Aires, el Conicet y la Universidad de San Martín, crearon las mascarillas Atom Protect, el famoso “barbijo (mascarillas) Conicet”.
En tiempo de pandemia, Alicia Bárcena, quien era entonces Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en una reunión con las autoridades científicas de los países de la región señalo la importancia de la relación entre la ciencia, la tecnología y los sistemas productivos nacionales: “Habrá cambios muy significativos en el comercio internacional y las cadenas de suministros en sectores claves se verán cortadas o debilitadas y, por lo tanto, será necesario desarrollar a nivel local y regional una nueva forma de producir bienes y servicios más localmente”. Esa reflexión es de mayo de 2020 y no pierde vigencia.
La experiencia de vivir una pandemia permitió comprender que tenemos que estar cada vez más preparados y trabajar para fortalecer nuestro sistema sanitario, pero, a la vez, llegaron nuevos desafíos para el sistema productivo en general. Para que se llegue a desarrollar el circulo virtuosos entre la ciencia y los sectores productivos necesitamos colaboración, curiosidad e innovar todo el tiempo.
