Ricardo Sánchez Serra
La visita sorpresiva de la presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán, ha distraído la opinión pública mundial, enfrascada en la operación militar especial rusa en Ucrania, en el alza del petróleo, la falta de gas en Europa y la posible escasez mundial de alimentos.
Y no es para menos, China comunista ha reaccionado agresivamente condenando la visita -la primera luego de 25 años de un funcionario estadounidense-, que significa «socavar la soberanía y la integridad territorial del país», y realizando un gran despliegue militar alrededor de la isla, además de violar con numerosas naves de guerra el espacio aéreo de Taiwán y anunciando sanciones económicas.
Algunos analistas señalan que la visita de Pelosi es una provocación sin sentido hacia China, pero ella, seguramente alertada por el servicio de inteligencia norteamericano de que el país asiático estaría envalentonado en invadir la isla -luego de la operación rusa en Ucrania-, Pelosi hace un llamado de atención de que «Estados Unidos no abandonará a Taiwán… Que nadie se equivoque. El compromiso de Estados Unidos con el pueblo de Taiwán permanecerá inalterable ahora y en las próximas décadas».
Además, últimamente China ha invadido en numerosas ocasiones con aviones de guerra, el espacio aéreo soberano de Taiwán, y acaba de anunciar que realizará gigantescas maniobras militares alrededor de la isla “con fuego real”, aislándola por mar y aire mientras duren las operaciones.
China comunista debe tomar conciencia que la República de China (Taiwán) ya es otro país, libre y democrático. Su propaganda, “un país, dos sistemas” es un engañamuchachos, el caso de Hong Kong y la violación de las libertades, es el mejor ejemplo. Por ello, los países libres deben apoyar diplomáticamente a Taiwán incondicionalmente y defenderla