Diferentes regiones enfrentan sequía y escasez de agua, incluso en lugares donde solía haber fuertes lluvias. Las ciudades y sus habitantes deben adaptarse a esta nueva realidad, en una lucha que no siempre es fácil.
En el año 2018, las cañerías de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, estaba casi seco. Fue una crisis que llevó a esta ciudad al borde de convertirse en la ciudad más grande del planeta en quedar seca.
Ese problema se solucionó temporalmente, pero no se ha resuelto de ninguna manera. Este año, las comunidades de la Bahía Nelson Mandela, a unos 750 kilómetros al este, verán sus embalses completamente secos para julio.
La ciudad del Cabo ha logrado evitar el temido «día cero» al imponer restricciones estrictas sobre el uso del agua por parte de empresas y residentes. Se elevaron los precios y las sanciones de uso excesivo y se trabajó directamente con la industria agrícola para reducir el consumo y conservar la humedad del suelo.
Sin embargo, en el peor de los casos, las personas solo pueden usar 50 litros de agua por día. Para facilitar la comprensión, la cantidad de ropa consume unos 70 litros, dependiendo de la lavadora utilizada.
Ingrid Coetzee, una experta en biodiversidad de Ciudad del Cabo, vivió esa época. «Recuerdo lo difícil que fue el día a día con esas duras condiciones, en el sentido de reducir casi por completo nuestro uso del agua», explica a DW.
Además, crearon una gran campaña de concientización para pedir a las personas que reduzcan o eliminen actividades donde consumen mucha agua, sea el lavado de autos, ropa; y se les aconsejo duchas más breves, también reutilizando el agua de esa ducha en los inodoros.
«Muchos propietarios, especialmente aquellos que podían permitírselo, instalaron tanques para recolectar agua de lluvia, pero la realidad es que la mayoría de las personas no puede darse esos lujos y a ellos les tocó pasarlo muy mal», explica.
Se debe buscar soluciones inmediatas a esta escasez, entonces Coetzee dice que, desde la sequía, la ciudad encontró formas de mejorar el suministro de agua. «Una solución basada en la naturaleza, eliminando vegetación exótica de las áreas de captación de agua de la ciudad, ha demostrado ser una excelente medida en términos de costo-beneficio», sostiene la mujer, que es directora de ICLEI, una asociación de sostenibilidad que reúne más de 2.500 gobiernos locales y regionales.
Cabe resaltar que el resurgimiento de la lluvia y las medidas de ahorro aprendidas durante la crisis de 2018 han ayudado a llenar grandes represas y aliviar significativamente las preocupaciones sobre el suministro de agua hasta el momento.
Existen muchas ciudades de diferentes partes del mundo, que han invertido en las medidas de eficiencia para lograr ahorrar agua. Por ejemplo, Tokio arreglo la infraestructura y trabajo en la detección temprana y reparación de las fugas y de esa manera reduzcan el desperdicio de agua a la mitad entre 2002 y 2012.
Por otro lado, existen lugares donde los suministros de agua ya están amenazados por el cambio climático, estos esfuerzos son aún más extremos. Como muchos californianos, los 3.3 millones de residentes de San Diego, ubicado en la frontera de Estados Unidos con México, han enfrentado varias sequías severas en los últimos 20 años.
Pero gracias a las restricciones en el uso del agua, la educación y las inversiones para mejorar la capacidad de los tanques y revestir los canales para evitar la intrusión de agua, el condado ha reducido el uso de agua per cápita en aproximadamente un 50 % durante las últimas tres décadas.
Todo esto combinado con soluciones tecnológicas, como futuras plantas desalinizadoras y proyectos de tratamiento de aguas residuales, San Diego podrá satisfacer las necesidades locales hasta al menos 2045.
Por todo eso, se debe buscar soluciones en el pasado como Estambul que se inspiró en los imperios bizantino y otomano e hizo obligatorio que todas las nuevas construcciones de más de 1.000 metros cuadrados incluyeran tanques de agua subterráneos para recoger el agua de lluvia. Ahora el gobierno federal turco tiene planes similares para el resto del país.
Para combatir la desertificación en Senegal, algunos agricultores han plantado jardines circulares llamados tolou keur, que hacen que los cultivos sean más resistentes a los climas cálidos y secos. Los lechos circulares permiten que las raíces crezcan hacia adentro, lo que ayuda a atrapar las lluvias torrenciales que son raras en la zona.
Por último, en países como Chile (al norte del país) y Marruecos, la gente lleva años sacando agua de la niebla. Usando tecnología y materiales modernos para mejorar el diseño, los investigadores pudieron recolectar cinco veces más agua para áreas que de otro modo estarían demasiado secas.