Casos esperanzadores, gracias a la donación voluntaria que el INSN de San Borja realizó 38 trasplantes de órganos y tejidos, de los cuales 27 fueron renales, 8 hepáticos y 3 de córnea.
Un mensaje conmovedor, «Hola, soy Thiago, tengo cinco años. Deseo un riñón para ser feliz y así jugar con mis amigos», se lee en las cartas elaboradas por los pequeños del Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja en el Día Nacional del Donante Voluntario de Órganos y Tejidos. Estos niños esperan un donante voluntario para tener una segunda oportunidad de vivir.
El Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja organizó una caravana de motociclistas en apoyo a los niños que esperan la donación de un órgano o un tejido para recuperar la energía y alegría que tenían.
Esta actividad incluyó la presentación de cartas realizadas por los menores en agradecimiento a la donación que finalmente llegó, así como cartas de deseos en los que se pedía por la llegada de un órgano o tejido.
Por otro lado, la comunidad de motociclistas, abastecida de globos y pancartas, con frases como “Sí, a la donación de órganos”, fue contundente y masiva. Sus integrantes se solidarizaron con los menores presentes, Muchos de ellos les entregaron una rosa blanca en señal de agradecimiento por el valioso apoyo en su causa.
«Gracias a un ángel»
En medio de este evento encontramos a la señora Tomasa Carrasco Quispe. Abrazaba fuertemente a Andrés, su hijo de cinco años, quien ahora puede ver nuevamente «gracias a la córnea trasplantada de un ángel».
«Mi agradecimiento eterno al donante y a su familia», dijo muy emocionada.
Un mes después de un agotador, pero exitosa operación, la aguerrida madre confiesa estar asombrada por la mejoría de su campeón. «La salud de Andrés se esfumó desde que sufrió un accidente ocular jugando con su hermano mayor, en abril del 2020. Apenas podía ver. Estaba desesperada», recordó.
Luego de estar casi dos años en la lista de espera, recibió una llamada inolvidable. Tenían una córnea para su pequeño.
«Gracias a esa persona, que no conozco su identidad, mi hijo pudo ser trasplantado. Solo espero que descanse en paz y esté en la gloria de Dios. Realmente, pongo esta mano en mi corazón y digo: Dios mío, esa persona le devolvió la vista a mi hijito'», manifestó, para agregar que está muy agradecida con las enfermeras, médicos y a todos los que trabajan en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja.
Su vida era el juego
En el mismo centro pediátrico conversamos con la ciudadana venezolana Angely Rivas, madre de Ángel José, un adolescente de quince años, quien padece de una enfermedad renal crónica.
«Él era un niño muy feliz. Su vida era juego, juego y juego», recuerda. Luego le vino la enfermedad y, pese a los intentos de tratar su condición, le siguió un apabullante deterioro de sus funciones.
En mayo del 2020 entró en la lista de espera de donantes de riñón. Siguió una intensiva serie de exámenes para constatar que estaba lo suficientemente listo como para pasar por una eventual operación.
«Para mí significa una esperanza para que mi hijo pueda salir adelante con su vida normal. Él necesita con urgencia un riñón», dijo tras reiterar su fe en Dios
Angely confiesa que estaba aterrorizada antes de llegar al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja porque pensó que, por su nacionalidad, ella y su hijo no iban a ser atendidos por igual., Sin embargo, resalta con alegría que ha sido apoyada por todos.
«La verdad, nosotros siendo extranjeros hemos sentido bastante apoyo por todos, incluso por el Ministerio de Salud (Minsa), desde el vigilante hasta los que te atienden adentro», agradeció.
Segunda oportunidad
«Ahora todo en mi mundo es felicidad», escribió la pequeña Abi, durante la presentación de cartas en agradecimiento a los donantes que les salvaron la vida.
«Me siento con ganas de seguir adelante y cumplir mis sueños», destacó Azul en su misiva, ante la emoción de los presentes.
No una, sino muchas vidas
Danny Mendoza Lozano, presidente de la Comunidad de Motociclistas del Perú, agrupación que realizó la caravana alrededor del INSN San Borja, le pidió a la población nacional que apuesten por la donación voluntaria de órganos y tejidos.
«Nosotros como gremio tratamos de que la gente tome conciencia sobre esto, porque si donamos, podemos salvar no una, sino varias vidas, y eso es beneficioso para la humanidad en general», indicó, tras recibir una rosa blanca de los niños.
En respuesta a ese noble gesto, reiteró que, con la ayuda de Dios y la gente maravillosa del instituto, dijo estar convencido en que ellos saldrán adelante.
Trascender más allá de la vida
La jefa de la Unidad de Donación y Trasplante de este centro pediátrico, Melva Benavides López, sostuvo, muy conmovida, que donar es amar, es solidaridad y es trascender más allá de la vida.
«Es tan hermoso y tan nostálgico ver a cada niño expresando su sentimiento», comentó, tras leer las cartas de sus pequeños pacientes, quienes vestían un polo de color verde intenso.
Resaltó su coraje e ilusión en la vida. «Tienen la fortaleza de expresar su sentimiento y esperanza de encontrar a ese ángel que les done un órgano».
Gracias a la donación voluntaria el INSN de San Borja realizó 38 trasplantes de órganos y tejidos, de los cuales 27 fueron renales, 8 hepáticos y 3 de córnea.
En la pandemia, se concretaron además 16 trasplantes. Actualmente, este centro tiene a 25 niños en lista de espera por un trasplante renal y de córnea.
La experta comentó que en los últimos meses se ha observado un leve incremento de la voluntad de donar, alcanzando a 1 donante por millón de habitantes. Sin embargo, la cifra es insuficiente, por eso exhortó a la población a tomar conciencia sobre la cultura de la donación voluntaria de órganos, a conversarlo en casa y de esta manera ir rompiendo el tabú que existe alrededor del tema.