–
Por Oleg Karpóvich y Mijaíl Troianski*
La guerra de información que desde los primeros minutos acompaña la operación militar especial de Rusia en Ucrania, generó unas interpretaciones deformadas y distantes de la realidad de los objetivos y motivos de la parte rusa. Estas interpretaciones enérgicamente los mundiales, sobre todo los occidentales.
Eran ostensiblemente desestimados los intentos que Moscú ha venido emprendiendo a lo largo de meses y hasta años procurando informar a la opinión públicas internacional sobre el estado real de cosas y nuestras preocupaciones. La demonización de Rusia que estos días últimos ha llegado a lo absurdo, está llamada a suplantar definitivamente en este tema los hechos por las emociones y los clichés propagandísticos.
¿Cuáles fueron las causas reales de la operación militar especial? Sin lugar a dudas, la crisis en torno a Donbás donde Kiev a lo largo de muchos años caldeo la situación saboteando el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk. Los dirigentes ucranianos en reiteradas ocasiones expresaron que los documentos firmados en Minsk no pueden ponerse en práctica y han de ser revisados. Los países occidentales, incluyendo Francia y Alemania, hicieron caso omiso de la ostensible renuencia de Kiev a promover el proceso de paz. Si las relaciones entre Ucrania y las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk se hubiesen desarrollado tal como entre Moldavia y Transnistria, situación podría considerarse tolerable, pero Kiev agravo el manifiesto desprecio del proceso diplomático con el siempre más recio bloqueo de Donbás y el constante incremento de su agrupación militar a lo largo de la línea divisoria.
La situación se agravaba con las duras represiones de los ánimos de protesta en los territorios de Lugansk y Donetsk no controlados por las repúblicas populares. Evidentemente, se sentaban las premisas para eliminarlas tal como en 1995 había sido eliminada la República Srpska Krajina. Precisamente por este esquema de escalada había optado Georgia en 2008 en Osetia del Sur. Esta vez, los dirigentes de Rusia decidieron prevenir la agresión.
Segundo, en toda la geografía de Ucrania, sobre todo en sus provincias del Sureste, durante años se aplicó la política de hostigamiento de la población rusoparlante y de cualesquiera adversarios de introducir en el país una ideología y una lengua únicas. Todavía en 2014, en Járkov, Odesa, Dniepropetrovsk y varias otras ciudades fueron exterminados decenas de activistas de movimientos prorrusos. Estos años últimos, a las amenazas e intimidaciones de la oposición se agregaron las sanciones que las autoridades de Ucrania decretaron contra sus propios ciudadanos, así como el cierre de los medios opositores. Paralelamente, se creaban condiciones propicias para los grupos neonazis tales como los batallones ‘Azov’, ‘Aidar’, С14, ‘Pravy Sektor’ (todos prohibidos en Rusia) y otros. Las críticas por parte de las organizaciones internacionales, incluidas la ONU y el Consejo de Europa, no ejercieron influencia sobre la postura de Kiev secundada por Washington durante todos estos años. Semejante política conducía al país al caos de una guerra civil.
Por fin, el estado de cosas existente para el pasado 24 de febrero amenazaba seriamente a la seguridad internacional. La renuncia de Kiev a reconocer la opción de los habitantes de Crimea y Donbás en combinación con el propósito de ingresar en la OTAN refrendado en la Constitución de Ucrania, así como los reiterados lamentos respecto al status no nuclear de este país (discurso de Vladímir Zelenski en la Conferencia de Múnich fue tan solo el punto culminante de las discusiones sostenidas desde hace tiempo en la elite política de Ucrania) generaban riesgos de un conflicto global. La renuencia de Occidente a declarar la moratoria sobre la ampliación de la OTAN y renunciar a la admisión de Ucrania en la Alianza evidenciaba que Bruselas y Washington estaban dispuestas a optar por el agravamiento.
Las autoridades ucranianas contaban con todas las capacidades para prevenir un cariz dramático de los acontecimientos, preñado de sufrimientos de la población civil, pero optaron por la confrontación. Su terminación más pronta es ahora la única condición para arreglar la duradera y explosiva crisis en torno a Ucrania.
*Vicerrectores de la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia