Por: José Antonio Torres Iriarte
Pedro Castillo carece de formación académica, de solvencia moral y de capacidad para la gestión pública, habiendo demostrado una vez más con motivo de su viaje a Chile que no tiene ni siquiera nociones básicas sobre lo que representa una transferencia de gobierno o pueda discernir sobre la importancia de las relaciones bilaterales peruano chilenas. Pedro Castillo no está calificado, ni siquiera para ser profesor de aula o docente de educación primaria; más aún resulta patético y cuestionable que un profesional supuestamente con grado de Magister (otorgado por la Universidad César Vallejo) demuestre fehacientemente que carece de capacidad para expresar una idea elemental o incluso para realizar una simple operación aritmética.
El gobierno de Pedro Castillo está signado por la corrupción y la incapacidad para la gestión pública, demostrando el Jefe de Estado un abierto desdén por el sistema democrático. Pedro Castillo es la expresión más cabal de la mentira y el cinismo. Sin embargo, siendo un político ávido de poder, un dirigente sindical violentista, un marxista leninista aliado del MOVADEF, con lazos con movimientos políticos cocaleros y senderistas está lejos de ser un demócrata. Pedro Castillo asumió la presidencia, desafiando el orden establecido e incumpliendo sus obligaciones como Jefe de Estado, desdeñando el Palacio de Gobierno como sede del despacho presidencial y pretendiendo desde la primera semana de gestión, incumplir las más elementales normas establecidas para el ejercicio de la función pública.
La historia nacional está marcada por los militarismos, los golpes de estado, la Guerra del Pacífico, la República Aristocrática de inicios del siglo XX, la irrupción de las masas a través de la formación de partidos políticos como el APRA en 1930 o Acción Popular en 1956. La larga proscripción política del aprismo o el «veto militar» impuesto en 1962 contra Haya de la Torre forman parte de la historia política nacional. La dictadura militar de Juan Velasco Alvarado y de Francisco Morales Bermúdez, el movimiento guerrillero de los años sesenta, el terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA deben der analizados como parte de un proceso político en el que las Fuerzas Armadas interrumpieron el orden constitucional por un lado y fuerzas marxistas leninistas pro soviéticas o maoístas pretendieron la toma del poder utilizando como método la guerrilla o el terror.
Hoy el Perú necesita institucionalizar su democracia, necesitando de partidos con historia, ideología, disciplina y vocación democrática. Luego de la crisis política del año 2000, el Perú ingresó al siglo XXI con la aparente convicción que era necesario sentar las bases del crecimiento económico y la reducción de la pobreza contando con gobiernos democráticos apoyados en consensos mínimos.
El Perú se convirtió en un referente latinoamericano, gozando de solvencia financiera y mostrando cifras macroeconómicas sólidas que permitieron que nuestro país fuera destino seguro para las inversiones extranjeras. El segundo gobierno del presidente Alan García en especial, mostró cifras alentadoras e insertó mejor la economia nacional a través de la suscripción de diversos Tratados de Libre Comercio. El presupuesto de la República fue creciendo sostenidamente; sin embargo las tasas de crecimiento declinaron durante el gobierno del presidente Humala a pesar de que los precios internacionales de las materias primas estuvieron en alza. El gobierno de Martín Vizcarra será recordado como una etapa sombría de la vida nacional, no sólo por haber disuelto inconstitucionalmente el Congreso; sino por haber promovido una inútil reforma política y constitucional, que devino en la creación de la Junta Nacional de Justicia y el empoderamiento de los llamados «vientres de alquiler» en política.
La crisis sanitaria del covid 19, la caída del PBI, la muerte de más de 200 mil peruanos y la posterior vacancia e inhabilitación de Martín Vizcarra caracterizaron a un gobierno nefasto.
Hoy el Perú enfrenta enormes desafíos en un contexto de crisis internacional marcada por las consecuencias de una pandemia de alcance global, por las presiones inflacionarias internacionales, el alza del petróleo, la menor producción mundial de alimentos, la invasión de Rusia a Ucrania que pone en riesgo la seguridad de Europa.
El Perú debe prepararse para enfrentar los embates de una crisis internacional en ciernes de consecuencias insospechables. No nos engañemos, Pedro Castillo ha incurrido en graves ilícitos penales en menos de ocho meses de gestión; encontrándose en curso una moción de vacancia presidencial y una denuncia constitucional.
El gobierno peruano está a la deriva, la economía nacional está siendo dinamitada, los movimientos antimineros son alentados por el poder ejecutivo y el llamado movimiento cocalero se moviliza con una agenda política sugerida por el gobierno boliviano de Luis Arce y Evo Morales. Pedro Castillo no honra al Perú, en cada viaje al exterior pone de manifiesto que no es un estadista, no es un líder formado en los movimientos universitarios latinoamericanos y que ni siquiera tiene nociones básicas sobre política, economía o relaciones internacionales. Pedro Castillo es una amenaza para el orden constitucional, los sucesivos gabinetes ministeriales demuestrán que no estamos ante un gobierno de izquierda marxista integrado por personalidades probas, con sólida formación académica y experiencia en gestión pública. Pedro Castillo carece de autoridad moral, representa una abierta amenaza totalitaria, no ha cedido en su objetivo de convocar a una Asamblea Constituyente con claros propósitos refundacionales.
Liberemos al Perú de la nefasta influencia cubana y de ser parte de los proyectos políticos autoritarios promovidos por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. Hoy más que nunca, la vacancia presidencial es impostergable.
Lima, 26 de Marzo 2022.