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Por Ada Gallegos
El rol de la mujer en el ejercicio de la Presidencia en un país, relievando su protagonismo en el continente, la aparición en la escena política, ejerciendo un liderazgo que terminó catapultándolas en la Presidencia de la República, se produjo en circunstancias muy complejas por las que estaban atravesando sus países y les correspondió responder a semejante desafío con valentía, convicción democrática, vocación de servicio y sobre todo, espíritu patriótico, enfrentando y superando los problemas que la coyuntura les presentaba.
Solamente fueron 10 las mujeres que ejercieron la presidencia en Latinoamérica, cifra muy pequeña para la larga historia política, que nos caracteriza desde que emergieron las repúblicas al liberarse la mayoría de ellas de los yugos colonialistas del siglo XIX: 2 en Argentina, 2 en Bolivia y una en Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua y Panamá.
En ese sentido quiero resaltar la llegada al gobierno argentino de doña María Estela Martínez de Perón, quien asumió tan importante cargo, al fallecimiento de su esposo Juan Domingo Perón, entre 1974 y 1976. Su gobierno fue boicoteado por sectores de la ultra derecha y la ultra izquierda. Terminó siendo víctima de un golpe de estado encabezado por el general Jorge Rafael Videla, dando inicio a una de las páginas más tristes en esa nación, con violación sistemática de los derechos humanos, un saldo de 30.000 desaparecidos y otros tantos de apresados, asesinados y exilados. El segundo caso se refiere a Cristina Fernández de Kirchner, entre 2007 y 2015, que comprende 2 gestiones consecutivas.
El caso de Bolivia, con esa valerosa mujer doña Lidia Gueiler Tejada, que asume el poder en noviembre de 1979, nombrada por el Congreso, tras la presión popular que obligó a renunciar a un dictador militar Alberto Natuch. Ella condujo a su país hacia un proceso democrático. Sin embargo, en julio de 1980, nuevamente los militares toman el poder por la fuerza para promover una dictadura, respaldada por el narcotráfico.
Una segunda presidencia ejercida por una mujer en Bolivia, fue protagonizada por Gianinne Añez, entre noviembre de 2019 y enero de 2021, por sucesión constitucional, tras la renuncia del ex presidente Evo Morales, cumpliendo un papel importante en el proceso de reconducción democrática. Lamentablemente hoy es víctima de un juicio y reclusión carcelaria injustos a instancias del régimen autoritario de su país.
Brasil, también vivió la experiencia de contar con una presidenta mujer, Dilma Rousseff (2011-2016), no habiendo concluido su mandato. El pueblo chileno consolidó en el poder a través de las urnas a Michel Bachelet en 2 gestiones, 2006-2010, 2014-2018. Costa Rica fue presidida por Laura Chinchilla entre el 2010 y 2014, mientras que, en el Ecuador, a través de la sucesión constitucional, ejerció la presidencia por pocos días Rosalía Arteaga Serrano.
En Nicaragua, entre 1990 y 1997 Violeta Barrios de Chamorro ejerció la presidencia, tras ganarle la elección al nefasto dictador Daniel Ortega, para darle un respiro democrático a su pueblo. Panamá tuvo el privilegio de ser conducida por Mireya Moscoso entre 1999 y 2004. No quiero ignorar el cargo ejercido como Gobernadoras en Puerto Rico , por Sila Calderón, elegida por su pueblo para la gestión 2001-2005 y la de Wanda Vásquez Garcet, esta última designada al ser declarado inconstitucional el gobierno de su predecesor.
La democracia sigue esperando que las mujeres marquen huella profunda con su presencia en el poder y los pueblos también, ante la necesidad histórica de reorientar el comportamiento y relacionamiento colectivo de nuestras sociedades, en función de referentes de justicia y equidad. Por tanto, no se trata de un mero incremento del número de mujeres en el poder, sino que, a través de nuevos liderazgos femeninos, contribuir efectivamente a los cambios cualitativos que se requieren para viabilizar sociedades más justas y democráticas.
Algo que es necesario destacar, ninguna de las primeras mandatarias mencionadas, ejerció la presidencia a través de una dictadura, su llegada al poder se produjo mediante procedimientos constitucionales, lo que respalda sus convicciones democráticas.
Es deber de todos hacer realidad el ideario de Igualdad de derechos y oportunidades, porque a lo largo de la historia de nuestros países se advierte que los espacios para la mujer fueron y aún resultan reducidos. Es complejo asimilar que, mientras las primeras constituciones de las nacientes repúblicas del siglo XIX ya hablaban de esa igualdad, empero es indignante comprobar que las mujeres recién pudieron ejercer el derecho al sufragio al promediar el siglo XX, más de cien años después y la posibilidad de ser candidatas es un logro de reciente obtención, lo que evidencia que aún hay mucho por trabajar y conquistar, bajo el paradigma de que, no existe democracia perfecta sin igualdad de género.
(*Doctora en Gobierno y Políticas Públicas, docente universitaria e investigadora. Directora Ejecutiva de Asociación de Universidades del Perú- ASUP y Presidenta del CWLPS)