Las campanas de las iglesias sonaron en toda Noruega el jueves cuando se depositaron flores en el centro de las ciudades, para conmemorar a las 77 personas que murieron hace diez años en un ataque perpetrado por un joven supremasista

El 22 de julio de 2011, Anders Behring Breivik, disfrazado de oficial de policía, rastreó y mató a tiros a 69 personas, en su mayoría adolescentes, en un campamento de verano en la isla de Utoya.

Su matanza de más de una hora comenzó poco después de que detonó una bomba de fertilizante frente a un edificio del gobierno en Oslo, matando a ocho personas, siendo en total 77 personas asesinadas.

Propiedad de la liga juvenil del Partido Laborista de Noruega (AUF) y dirigida por ella, sus edificios de madera han sido renovados y los niños que asisten a talleres centrados en la democracia y el antirracismo deambulan por las avenidas de árboles verdes.

Pero se han conservado los agujeros de bala en las paredes de la antigua cafetería y ahora cuelga un monumento en claros recordatorios de ese fatídico día.

“No hemos logrado tener un debate sobre cómo los hombres blancos, que crecen como uno de nosotros en Noruega, van a las mismas escuelas y viven en los mismos vecindarios, pueden desarrollar puntos de vista tan extremos que sienten que pueden matar por ellos”, expresó la sobreviviente Astrid Eide Hoem.

Tenía solo 16 años cuando se encontró atrapada en la isla junto con cientos de personas más, temiendo por su vida. Escondida junto a un acantilado cerca del agua, envió lo que pensó que sería un último mensaje de texto a su madre: “Te amo más que a nada en la tierra. No me llames. Sois los mejores padres del mundo”.

Ella escapó, pero durante las siguientes dos semanas no supo a cuál de los funerales de sus amigos asistir, ya que había demasiados.

Ahora, líder de la AUF, dice que lamenta que, aunque el asesino recibió la pena máxima, 21 años de prisión que se pueden extender indefinidamente, Noruega aún no se ha enfrentado a sus motivos políticos.

“Hemos discutido la preparación de los servicios de rescate, cuánta policía deberíamos tener en las calles, cuántos helicópteros deberían estar disponibles”, añadió Eide Hoem, “la preparación para emergencias más importante que tenemos es ante la barrera policial. Es que detengamos este tipo de radicalización”, argumentó.

“En Estados Unidos, Nueva Zelanda y muchos otros países, ha habido ataques directamente inspirados por Breivik”, dijo Elin L’Estrange, quien escapó. los tiroteos de Utoya nadando, “este es un movimiento internacional que tenemos que tomarnos en serio, es peligroso”, finalizó.

En Utoya, como en Oslo, donde una coalición de izquierda liderada por Jens Stoltenberg, ahora el jefe de la OTAN, estaba en el poder en ese momento, Breivik apuntó deliberadamente al Partido Laborista.

En Netflix esta disponible la película 22 de Julio de Paul Greengrass, la cual retrata la masacre de Utoya y recibio buena recepción de la critica.

M.A.N