El Estado compró la casa donde nació María Elena Walsh: Sus primeros recuerdos allí

Grandes recuerdos de la autora están asociadas a ese lugar, cuentan su compañera, Sara Facio y Gabriela Massuh.

«Allí pasó los dos o tres primeros años de su vida, junto a sus padres, su hermana mayor, sus cuatro hermanastros por parte del padre, que visitaban la casa y la doblaban en edad y a la que ella, cuando se lo pedía, les cortaba el pelo. María Elena tenía un recuerdo feliz de los años de su infancia». Sara Facio, eximia fotógrafa y compañera de la enorme María Elena Walsh que habitó la escritora a partir de lo que ella misma le contaba.

La casa en la calle 3 de febrero, Villa Sarmiento, partido de Morón estaba deshabitada y en mal estado, pero ahora el Ministerio de Cultura de la Nación la compró y la puso a nombre del municipio, que hará allí un centro cultural.

El monto de la operación ascendió a $31.000.000 pesos treinta y un millones y la idea es habilitar un espacio con entrada gratuita que probablemente tendrá talleres y cursos, anticiparon sus responsables, aunque todavía es pronto para hacer proyecciones. Encararán, antes, una etapa de refacciones para poner el lugar en condiciones., porque se encuentra en muy mal estado. Estiman tenerla lista para 2022.

«Un día que íbamos a votar, creo que la de 1983 relata Facio estábamos pasando cerca de esa casa y ella me dijo ‘Mirá, muy cerca de aquí pasé esos primeros años’, y conversamos sobre eso, y también acerca de que se le escapaban los recuerdos puntuales de esa época tan temprana de la infancia. Me parece muy bien que la hayan comprado y rescaten este sitio, me llamó el intendente de Morón para contarme, muy inteligente», expresó.    

Walsh, de cuya muerte se cumplieron diez años en enero es muy conocida en virtud de sus canciones y de su obra poética y narrativa para chicos, pero fue mucho más que una autora infantil: además de una cantautora y poeta inmensa fue una pionera del feminismo.

Tiene, además, una producción periodística dispersa, que Facio proyecta publicar en formato de libro, apenas la pandemia le permita ponerse a trabajar.

El legado de la autora amerita, todavía un reconocimiento definitivo que acaso la puesta en valor de esta casa comience a saldar.

Con sus canciones y ficciones para chicos, María Elena Walsh revolucionó para siempre un género que, a partir de su irrupción, nunca más pudo ser subestimado: dejó la vara tan alta que mencionar su nombre es evocar el corazón mismo del canon de la literatura destinada a niños.

«No sé si tuvo intención de convertirse en escritora para chicos pero su búsqueda poética la llevó a poner en diálogo la tradición y la novedad a través de la rima, la copla y personajes que no eran políticamente correctos. Es posible decir que el campo de la literatura infantil en nuestro país empieza con ella como faro. Nuestra cultura habla a través de su palabra”, definió a este diario María Teresa Andruetto, ganadora del Premio Hans Christian Andersen, en una nota reciente.

Sus primeros recuerdos ocurren en la casa ubicada en la calle 3 de febrero, número 547, de Villa Sarmiento, en el partido de Morón. La propiedad todavía estaba en manos de la familia que se la compró a los Walsh.

«Uno de ellos se remonta a sus dos años y medio y es el primer recuerdo de su vida: un día se aparece un amigo de la familia en la puerta y le dice que la llevará a pasear; por lo que la niña pide a la mamá que la vista. Y sale hasta el portón, atravesando el gran patio. hasta ahí llegó el paseo, no salió a pasear con el señor, pero siempre recordaría esa escena», agregó Massuh.

​La escritora cuenta que, para Walsh, fue su primera decepción y así se lo contó «en aquel reportaje que hicimos a comienzos de los 80».

Mamá y las hormigas

Según comentó la escritora, existen otros recuerdos en la casa, como era el de la guerra de su mamá contra las hormigas, que le disputaban los fabulosos rosales que cultivaba.

Massuh también revela que otra memoria asociada a esa casa, son las de las primeras veces que Maria Elena es llevada al cine pos sus padres, algo que terminaría siendo un recuerdo glorioso para ella: «En su libro Novia de antaño ella misma define: ‘Soy hija de Jeanette McDonald y Nelson Eddy, de Fred Astaire y Ginger Rogers'».

«Después, la familia se mudaría a Ramos Mejía, donde transcurrió buena parte de la infancia de Maria Elena», rememora Facio. Esa otra casa también tenía patios, y además gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. Estaba, además, cerca de la Estación Ramos Mejía, donde el papá de María Elena, Enrique Walsh, trabajó como jefe de contaduría.

María Elena empezó a alejarse de la zona cuando, eligió hacer el secundario en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, en el centro de Buenos Aires y no cerca de la casa.

«De aquellos años María Elena recordaba especialmente las visitas de sus cuatro hermanastros mayores varones, que tenían todos más de 20 años, y eran hijos del primero matrimonio de su papá», relata la artista.

Por otro lado, su mamá, Lucía Elena Monsalvo, era a su vez, hija de argentino y española, y casada con su padre, en segundas nupcias, tuvo a sus dos hijas, Susana y María Elena, seis años menor.