Por: Alejandro Capcha Hidalgo.
Periodista. Reg.-FPP. -4654.
“Los economistas que solo escriben para economistas profesionales actúan de un modo tan absurda como actuaría un fabricante de polos que sólo fabricase polos para fabricantes de polos”
Instruirse, y analizar la coyuntura política-económica de esta magnitud, sólo te refresca la memoria de cómo ha conducido la economía el gobierno de Martín Vizcarra Cornejo, desde el año 2017, y que pasará a los anales de la historia peruana. Un breve análisis coyuntural del espectro económico.
Luego de un prolongado periodo de crecimiento muy dinámico durante el que crecimos y redujimos la pobreza como nunca antes en nuestra historia, desde septiembre de 2006 -2011, la economía peruana registró un importante crecimiento. Posteriormente viene el punto de inflexión.
Desde entonces, el Perú viene atravesando por una significativa desaceleración económica. En efecto, mientras en el periodo 2006-2011, crecimos a una tasa promedio del 6.3% por año, pero después de ocho años 2014-2021, esta tasa habría disminuido a menos de la mitad. A este desalentador resultado, no solo habrían contribuido factores externos, como el enfriamiento de la economía mundial, en particular la economía china, y el hecho de que el súper ciclo de los commodities habría finalmente llegado a su término, sino también factores internos, como el deterioro del clima de inversión en el país y un manejo de la política macroeconómica poco adecuado.
Las expectativas de un menor crecimiento mundial deprimieron los “espíritus animales” de los inversionistas, lo que condujo al aplazamiento de algunos proyectos mineros bastante grandes y a la disminución de la inversión en exploración (lo cual se reflejará en un menor volumen de proyectos de inversión en el futuro). El contagio de las expectativas llevó a que la desaceleración de la inversión se extendiese a otros sectores, como la construcción y la manufactura. Sin duda, el deterioro del clima de inversión se vio agravado, también se adicionó la pandemia por las señales confusas emitidas por los gobiernos de Vizcarra y Sagasti; y también por un aparato estatal inefectivo, que pareciera haber adquirido vida propia, pero que no siempre el rol que debe jugar para convertirse en un agente que contribuya y entorpezca el proceso de desarrollo del país.