El antisemitismo como arma de Argelia
Ricardo Sánchez Serra*
Argelia vive una fuerte turbulencia política y social a raíz que los militares regentan el poder y tratan de sofocar a la oposición con represión sistemática, agresión y prisión. Muchos del movimiento Hirak -que realiza semanalmente manifestaciones pacíficas, desde hace más de un año-, defensores de los derechos humanos y periodistas están detenidos, como Khaled Drareni, corresponsal de la asociación “Reporteros sin Fronteras” en Argel, que cubrió las protestas y fue condenado a ocho meses de cárcel.
El régimen está más nervioso que nunca porque la situación económica se agrava por la fuerte baja de sus reservas, sus gastos para combatir el virus chino, la caída de los precios internacionales de hidrocarburos y del gas y sobre todo por la corrupción que lleva décadas desangrando el tejido económico del país norafricano.
Su economía –de tendencia socialista- está forjada en el sector de hidrocarburos que le brinda el 93 % de los ingresos de divisas y más del 60 % de la recaudación fiscal del Estado.
Desperdiciaron riqueza
Estando hipotecada a esa renta durante muchos años, sus gobiernos no supieron diversificar la economía y crear otras fuentes de riqueza, sumergiendo al país –de 43 millones de habitantes- con un alto índice de pobreza, desempleo y encajonado en los subsidios.
Igualmente, es menester mencionar que Argelia importa casi el 70 % de lo que consume, asumir numerosos gastos para combatir el virus chino y es el quinto mayor importador de armas del mundo. Un panorama desolador para los argelinos que se está caminando con pasos agigantados para convertirse, hoy en día, en la nueva Venezuela del Mediterráneo.
Con este panorama desolador le vienen, además, “tras cuernos, palos”. Como están muy sensibles, más aún, teniendo un gobierno populista y sin rumbo, les afecta demasiado que el nuevo gobierno israelí, haya incluido en el gabinete a diez ministros de origen marroquí y que ataque a su vecino Marruecos. Y que, en este sentido, vean fantasmas.
Quimera oficialista
La agencia oficial argelina APS (voz del gobierno militar) buscó una “nueva” excusa banal en su sistemático plan de comunicación en contra de su vecino, como única fuente de sacar balones fuera y desorientar a la opinión pública argelina dejando de hablar de sus verdaderos problemas como la escasez de alimentos, de agua o de medicamentos en estos días de pandemia del Coronavirus.
Afirmar que por culpa de este nombramiento Marruecos dejará de defender la causa de los palestinos obviando que el rey de Marruecos, Mohammed VI, es el presidente del Comité Al Qods y que acoge la institución financiera de “Bayt Mal Al Qods”, así como todos los esfuerzos a nivel diplomático que ha brindado y sigue brindando a favor de la paz en el Medio Oriente, es de populismo bolivariano absoluto.
Cabe recordar que la relación de Marruecos con el pueblo judío es muy estrecha por varios motivos históricos, sociales y religiosos. No podemos obviar que la presencia significativa de los judíos en Marruecos data de más de tres siglos –hay historiadores que indican, incluso, que se afincaron allí luego de la destrucción del Segundo Templo en Jerusalén- sin olvidar que ciudades como Fes, Rabat, Sale, Tánger, Tetuán entre otras acogieron, en el siglo XVI y principio del XVII, tanto a los sefardíes, como a los moriscos, después de su expulsión de la península ibérica, donde la convivencia siempre ha sido ejemplar y el sentimiento de pertenencia al país no tenía fronteras de religión.
Como paréntesis debemos expresar que los pueblos magrebíes han estado muy unidos luchando contra la colonización francesa, pero después surgieron problemas limítrofes heredados de la repartición de África, por parte de las potencias en la Conferencia de Berlín en 1885, que separaron a las naciones caprichosamente. Asimismo, en el caso de Argelia-Marruecos, la primera quiso salir al Atlántico atentando contra la soberanía del segundo, apoyando a los separatistas del Frente Polisario, creando un conflicto artificial y ficticio.
Persecuciones
Volviendo al tema central, la represión argelina se ve con preocupación en la comunidad internacional. Siete eurodiputados denunciaron la siniestra situación de los derechos humanos en Argelia, la coacción hacia los periodistas y militantes de Hirak y pidieron que la Unión Europea de curso a la pendiente resolución del Parlamento Europeo de noviembre de 2019 sobre la situación de las libertades en Argelia.
Dicha resolución “condena enérgicamente el arresto arbitrario e ilegal, la detención, la intimidación y los ataques contra periodistas, sindicalistas, abogados, estudiantes, defensores de los derechos humanos y activistas de la sociedad civil, así como contra todos los manifestantes pacíficos que participan en las manifestaciones pacíficas del Hirak”.
Los eurodiputados, Hannah Neumann de Alemania, María Arena de Bélgica, Tinek Strik de Holanda, Heidi Hautala de Finlandia y, Raphaël Glucksman, Bernard Guetta y Salima Yenbou de Francia recuerdan, asimismo, que dentro de los compromisos internacionales de la UE con el país norafricano hay un capítulo sobre los derechos humanos, que se debe aplicar.
Odio visceral
La reacción no se hizo esperar. La prensa oficial argelina, como la agencia Algérie Presse Service (APS), acusa a Marruecos y al «lobby marroquí-sionista» de estar detrás del llamado de los miembros del Parlamento Europeo.
Cabe mencionar que esa agencia es la voz del régimen argelino. En una dictadura, ninguna noticia se difunde sin su aprobación. Además, arremete con bajeza por los orígenes de los eurodiputados Raphaël Glucksman y Bernard Guetta «judíos sefardíes, de origen marroquí».
Del mismo modo, afirma que “El Reino ahora está recurriendo a Tel Aviv para transmitir sus campañas más viles contra su vecino (…) la alianza Makhzen con los círculos sionistas trabaja para evitar que Argelia encuentre los caminos de la estabilidad, el orden, los derechos y libertades y el crecimiento».
¿No es antisemitismo atacar la judeidad de los parlamentarios e insanamente entrometer a Israel?
Es obvio que el régimen dictatorial argelino quiere desviar sus violaciones a los derechos humanos atacando gratuitamente a Israel y a Marruecos. Su propaganda, de aprendiz de Goebbels, busca incrementar malsanamente la opinión desfavorable de la sociedad argelina hacia los judíos, que llega al 87 %. “Miente, miente que algo queda”, es su consigna.
Si Argelia pretende criticar los argumentos de los eurodiputados que lo haga con pruebas. Las ideas se combaten con ideas, no atacando la fe o su origen étnico. Ni inventando complots a lo “IIluminati”. Este antisemitismo coincide con el nombramiento de los ministros en Israel.
Antisemitismo es barbarie
Bien dice el presidente Reuvén “Rubi” Rivlin: «El antisemitismo no se detiene en los judíos. El antisemitismo y el racismo son una enfermedad maligna que destruye y desarticula sociedades y los países desde dentro y ninguna democracia es inmune”. Peor si ese odio es política de Estado.
Parte de la sociedad argelina también está enferma. Recuérdese las críticas a Miss Argelia 2012 por su color de piel. Igual sucedió en el año 2005 con una elección parecida. Y las declaraciones xenófobas y racistas contra los inmigrantes del líder del partido Reagrupamiento Nacional Democrático en el año 2017, entre otros.
La presencia judía en suelo argelino data de 20 siglos, beneficiosa y pujante (nacieron allí grandes personalidades de todas las profesiones). Muchos libros testimonian el esplendor, y su ocaso por diversas invasiones. Durante la Segunda Guerra Mundial vivían unos 100 mil judíos en Argelia, que sufrieron persecución durante el gobierno de Vichy, al igual que en 1948 en adelante, incluyendo la Guerra de independencia (1954-1962) y finalmente en la guerra civil de 1991, por la que huyeron los últimos judíos, cuyos antecesores tenían más arraigo en esa tierra que muchas tribus.
Se confiscaron sus propiedades y cuentas bancarias, Las grandes sinagogas de Argel y Orán fueron convertidas en mezquitas. Aún se espera justicia e indemnizaciones. (Del semanario Aurora)
*Analista internacional