Hoy uno de los cineastas más importantes del cine ruso de la historia, y también más notables e influyentes del cine hubiese cumplido 88 años. Estamos hablando del director Andrei Tarkovsky. Un director cinematográfico, considerado un poeta del cine, un artista brillante en un mundo imperfecto.
Tarkovsky venció diferentes tipos de adversidades para que sus proyectos fílmicos sean estrenados en su país natal en tiempos de la Unión Soviética, y logró influir con su visión aquellos estudiantes de cine que recién estaban empezando sus primeros pasos. A pesar de solo haber filmado 7 películas en sus 25 años de carrera, pudo estrenar grandes filmes como Solaris (1972), que fue como la “respuestas soviética” al filme 2001: Una Odisea en el espacio (1968), o la cinta Stalker (1980), que también perteneció al género ciencia ficción, no obstante, ambos filmes no buscaban entretener al público cinéfilo, sino más bien dejarles un punto de reflexión de lo que estaban presenciando.
La vida de un poeta del cine
Nació en 1932, en el distrito de Yúrievets (región de Ivanovo), Unión Soviética (que ahora es Rusia). Fue hijo del poeta Arseni Tarkovski, que es reconocido como uno de los poetas rusos más destacados y notables del Siglo XX, su madre se llamaba María Ivánovna Vishnyakova. Durante su juventud, estudió pintura, música y escultura, donde aprendió lenguas orientales de Moscú. Sin embargo, se declinó por el mundo del cine, donde lo llevó a estudiar en la Escuela de Cine VIGK (Instituto Nacional de Cine Panruso), donde conocería a otro director, que en ese entonces formaba parte de la Unión Soviética, el declarado ucraniano: Serguéi Paradzhánov. Ya establecido en la escuela, conocería al quien fuese su mentor: Mijail Romm, que sería un tutor de estudiantes dedicado a encontrar a nuevas mentes brillantes del cine ruso.
La intervención de la Unión Soviética en sus cintas
Ya culminando su carrera, dirigió La Infancia de Iván (1962), que lo llevó a conseguir el Premio León de Oro en el Festival de Cine de Venecia. Pero hubo un momento donde Tarkovsky se vería amenazado bajo las estrictas medidas del Partido Comunista de la Unión Soviética, en que basaban su normativa en no mostrar imágenes religiosas o el otro rostro de la misma organización, dichas leyes afectaron a dos cintas que tenía en mente filmar, uno de ellos fue la adaptación del libro El Idiota, de Fiodór Dostoyevski, el cual se le recortó el presupuesto, y el otra película fue el rodaje del Evangelio de Lucas, donde se le instauró una pausa cinematográfica. Incluso su siguiente filme Andréi Rubilov (1966) fue suspendida hasta el año de su estreno, que fue en 1971. Más tarde seguiría con Solaris (1972), considerada como la respuesta de la Unión Soviética hacía la mencionada 2001: Una Odisea en el Espacio, a pesar de la gran repercusión que obtuvo esta cinta, el mismo Tarkovsky dijo que era su película menos lograda y menos importante, por no cumplir con las expectativas de la ciencia ficción.
El sello Tarkovskiano
Sin embargo, los problemas con las políticas de gobierno de su país no cesó, cosa que casi le cuesta el ingreso a la cárcel por haber lanzado el filme Zérkalo (El Espejo) que fue estrenada en 1975. Esta cinta posee un contenido denso y autobiográfico descrito de una manera radical, innovadora y sugestiva en el estilo estructural narrativo, y es considerada la obra más personal de su autor. Después de cuatro años estrenó Stalker. Este filme de ciencia ficción tuvo que ser filmada de nuevo a causa de su poco presupuesto de producción y por la pérdida de los negativos producto de un accidente. En esta cinta el director logró llevar la ciencia ficción hacia los caminos de la metafísica, el autodescubrimiento, la búsqueda del hombre por sus ideales, una pieza cinematográfica llena de metáforas. Más tarde, el cineasta ruso siguió con Nostalgia en 1983, película filmada en Italia, fuera de las estrictas restricciones de su país natal Rusia. En esta cinta el ruso expone ese sentimiento que son los recuerdos por su patria. Tiempo después, se fue a Suecia junto a su esposa, ahí filmaría Sacrificio (1986).
Ahí conoce a uno de sus influencias como director: el sueco Ingmar Bergman. Aquel que dirigió filmes como El Séptimo Sello (1957), Persona (1966), Gritos y Susurros (1972), en otros filmes. Ahí el ruso mantuvo una buena amistad, donde compartió conversaciones relacionada a la política, arte, poesía y cine. Tarkovski aprovechó ese lazo para que Bergman le recomiende a sus colaboradores habituales y así lance su último filme: Sacrificio. Tristemente el cáncer al pulmón dejó a Tarkovsky en cama, sin embargo, eso no fue un impedimento para terminar de editar la cinta, que se hizo merecedora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes. A pesar, de la gran acogida que tuvo su cinta, la enfermedad lo mantuvo postrado en un hospital e hizo que le sea imposible recibir el premio, seis meses después del estreno de la cinta, el cáncer se lo llevó a la edad de los 54 años.
Influencias de Tarkovsky hacia otros directores
Al igual que Bergman, Tarkovski es una fuerte influencia para varios directores europeos, en donde mediante la visión de sus filmes, han podido extraer ideas interesantes y asombrosas para crear, no películas parecidas, pero si con un uso de estrategia audiovisual, y con temáticas como el drama, ciencia ficción, depresión, romance y política. Entre sus máximos estudiosos, se encuentran Aleksandr Sokurov, Krzysztof Kielowski, Nuri Bilge Ceylan, Gus Van Sant, Carlos Reygadas y Lars Von Trier. A excepción de Van Sant, que es americano, todos los mencionados son del Movimiento de Directores Contemporáneos Europeos.
Es tiempo que no solo se le créditos a directos con renombres, sino también apreciar a cineastas independientes, aquellos con un sello distinguido, que los hacen únicos, mentes brillantes que buscan revolucionar el cine, crear escuelas, exponer su visión del mundo, porque detrás de nombres conocidos, hay ideas increíbles y vanguardistas que valen la pena ver y aprender.
W.A.V.M