La novela lésbica que casi gana un Goncourt

La escritora francesa Pauline Delabroy, quien tiene 31 años, estuvo nominada al mayor reconocimiento francés de la literatura con su primera historia.

El escribir sobre amour fou es tan difícil como sufrirlo, tal vez más. La primera novela de Pauline Delabroy-Allard, Voy a hablar de Sarah, cuenta la historia de la relación disparatada y apasionante entre dos mujeres sin caer en la cursilería presentando una auténtica narrativa que le valió para ser candidata este año al Premio Goncourt, uno de los galardones más importantes de la literatura en Francia. Delabroy-Allard es relativamente nueva en el mundo de los libros y literatura. Su amor por las letras viene desde que era pequeña pues su padre fue escritor y profesor de literatura. Se había prometido así misma que publicaría su primera obra cuando tuviese treinta años cumpliendo dicha promesa en el presente. Un golpe de intuición le hizo enviar su manuscrito de su historia a diferentes sellos editoriales el mismo día de su cumpleaños, siendo la prestigiosa editora francesa Ediciones de Minuit la que aportó por publicar la historia de la autora oriunda de París.

Es así que la escritora parisina afirma: «La idea que perseguía constantemente: una cama y dos cuerpos desnudos. En un primer momento no sabía qué significaba, podría ser una noche de amor o una agonía. Si resumen esta historia se darán cuenta que es una historia banal sin trama».

Las protagonistas son tan distintas que se complementan para construir una trágica historia de amor. Una vive su rutina de madre soltera y profesora con una pareja circunstancial; la otra es violinista, excéntrica, sensual y culta. «La narradora se me parece mucho, me he inspirado en mí misma», comenta la escritora que al igual que su personaje, al que no le pone un nombre, es madre soltera desde los 22 años y docente. «A Sarah la he construido a raíz de las ideas que me llevaron al cuestionarme qué hace que un personaje en una novela funcione», dice Delabroy-Allard.

La autora explica que la originalidad de Voy a hablar de Sarah, título que lleva la obra, desgrana las devastadoras consecuencias de un amour fou, «radica en la construcción y en el lenguaje». «Visualicé el libro en dos partes: el retrato de Sarah y la ciudad de Trieste. Dos partes que se hacen eco entre ellas», dice. La primera parte está compuesta por 82 capítulos muy cortos, hechos de párrafos fragmentarios, que retratan el acelerado enamoramiento. La segunda, en cambio, está compuesta por 30 capítulos más extensos, que cambian el compás de la narración.

A Delabroy-Allard se le ha llegado a comparar con Marguerite Duras, idea que le parece «agradable». «Se nos compara mucho porque nos ha publicado la misma editorial, Ediciones Minuit. Duras es una mujer inspiradora», comenta.

Para Pauline Delabroy publicar Voy a hablar de Sarah fue el mejor regalo. Ganar el premio Goncourt «era lo menos importante». No sólo fue una de las ocho finalistas entre 600 originales, sino que se colocó entre las favoritas de la crítica.

W.S.S.