La inmunoterapia es un tratamiento que logra que el propio sistema inmunitario asesine a las células cancerígenas. El riesgo de padecer esta enfermedad va en picada y nuestro país no es ajeno a dicha cifra.
Cuando una célula dañina aparece en el organismo, el sistema inmunológico trata de repararla y si no logra hacerlo, la asesina. Pues tratándose del cáncer, sus células aprenden a defenderse de tal manera que el organismo no las reconoce y se “camuflan”.
El sistema inmunitario ayuda al cuerpo a combatir las infecciones y otras enfermedades, compuesto por glóbulos rojos de la sangre, órganos y tejidos del sistema linfático. Existen tres tipos de inmunoterapia para combatir el cáncer: inhibidores de puntos de control inmunitario, terapia de transferencia de células T y estimulación inmunitaria no específica.
Desde recibir fármacos para fortalecer el sistema inmunitario y atacar al tumor, hacer crecer las células T para reforzar su capacidad natural, hasta crear proteínas en el laboratorio para que se adhieran a blancos específicos que se encuentran en las células cancerosas; respectivamente. Los resultados han sido positivos en cada paciente, lo cual ha provocado su masificación. Su veracidad fue demostrada en 2018, cuando los investigadores James P. Allison y el japonés Tasuku Honjo, considerados padres del tratamiento, fueron galardonados con el premio Nobel de Medicina.
La inmunoterapia es utilizada en nuestro país hace aproximadamente una década, pero no todos los tipos de cáncer son tratados con dicha terapia, después de realizar un estudio al tumor, se detecta si va tener algún tipo de complicación genética al someterse al tratamiento. Según Martín Falla, médico del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, el porcentaje de pacientes beneficiados es bajo. En el caso del melanoma, por ejemplo, es cercano al 10 %. Cabe resaltar que el tratamiento puede llegar a costar 5 veces más que un tratamiento tradicional de quimioterapia.
A.G.P.
