«El Pocito», por José Briceño Abanto

Seis años de incansable y valiente lucha contra la corrupción.

Justo Lescano fue un hombre que se dedicó a hacer el bien durante toda su vida, lo suyo era la medicina, el atender y curar al prójimo con prontitud y esmero. Justo es aún recordado con bastante cariño por haber sido el primer médico en Chilca, el hasta hace poco apacible y pacifico balneario ubicado al sur de la ciudad capital.

El Dr. Lescano asistía con prontitud y bastante humanismo a quienes recurrían a su sabiduría para recuperar la salud perdida, como médico sabía muy bien que su compromiso profesional y moral era con quienes pedían su socorro, y como hombre de bien siempre supo estar al lado de sus pacientes.

El 2 de noviembre de 1968, justo en la fecha del cumpleaños de Justo Lescano su tía la entonces señora Victoria Trinidad Malasquez le donó el terreno denominado ¨El Pocito¨. Al trascurrir los años y en 1981 esa voluntad se ratificó mediante un escrito presentado por ella ante la Municipalidad de Chilca. Es decir, se puso en conocimiento oficial y legal de las autoridades distritales que Victoria Trinidad había regalado ¨El Pocito¨ a Justo, y que el reconocido médico era el único y legítimo propietario de ese predio.

Quienes radicamos en Lima metropolitana sabemos muy bien que nuestra metrópoli no tiene hacía ya donde crecer, por la alta demanda del llamado boom inmobiliario casi no quedan terrenos en los cuales se puedan edificar los noveles complejos de departamentos que se ofrecen a las nuevas generaciones de capitalinos hijos de la explosión demográfica. Geográficamente señalando, la autodenominada ¨Ciudad de los reyes¨ solo puede crecer hacia el sur, sus nuevas propuestas inmobiliarias tan solo pueden construirse en los amplios terrenos que ofrece el denominado ¨sur chico¨, en este caso Chilca.

Hace mucho Chilca dejó de ser un apacible y pacifico balneario ubicado al sur de la ciudad capital, ya no es más una comunidad que por la lejanía con Lima se mantenía distante de todo tipo de distorsión o violencia social. Chilca y sus habitantes enfrentan a pie firme un nuevo tipo de ofensiva delincuencial: el despojo de propiedades y tráfico de terrenos.

El terreno en el cual Justo Lescano estaba en posesión pacífica y constante fue invadido de manera intempestiva y violenta por parte de traficantes de terrenos, quienes vendieron ¨El Pocito¨ a una inmobiliaria ligada a personajes de mucho poder político y económico, quienes en este momento se encuentran bajo investigación, por serios actos de corrupción.

La lucha de los herederos del buen doctor, de Justo Lescano, quien consagrara su vida al ejercicio de la medicina a favor de toda Chilca lleva ya seis años. 2920 largos días de continuo batallar contra lo más sórdido del poder corrupto. Esta es la lucha de una familia como la de cualquiera de nosotros, como la mía o suya, que reclama se respete su justo y consagrado derecho a la propiedad, ese que en letra impresa garantizan las leyes y códigos, el que dicen amparar y proteger las autoridades, pero que en la práctica parecen ser ley muerta.

La familia Lescano desde sus posibilidades viene dando una dura batalla contra lo que a todas luces es una muy bien y aceitada maquinaria especializada en apropiarse de propiedades privadas, el campo de batalla de esta guerra es la Corte Superior de Justicia de Cañete. La lucha heroica de los Lescano no es tan solo por el respeto al derecho que la ley les consagra, en el fondo, lo es también implícitamente por el derecho de todos nosotros. Esta historia recién empieza.

José Briceño Abanto