Con Italia aun enfrentando restricciones por la pandemia, este fue el segundo año consecutivo en que el Vía Crucis no se llevó a cabo en el Coliseo Romano, un anfiteatro romano asociado con los mártires cristianos.
La oración comenzó a las 9:00 PM (hora local), en el atrio frente a la Basílica de San Pedro iluminada. El sumo pontífice había seleccionado un grupo de exploradores del centro de Italia y niños de una parroquia romana para preparar los textos para las Estaciones de la Cruz de este año.
El Grupo Scout Agesci “Foligno I” de Umbría, formado por 145 jóvenes de entre 8 y 19 años, ideó las meditaciones y oraciones. También contribuyó un grupo adicional de alrededor de 500 niños de las clases de primera comunión y catecismo de confirmación en la parroquia de los Santos Mártires de Uganda, en el sur de Roma.
Al explicar la elección de los niños para escribir las meditaciones, Vatican News dijo: «El Papa Francisco ha pedido a los fieles que miren los sufrimientos de la humanidad a través de los ojos de los niños, confiándoles este año las meditaciones para el Vía Crucis. Nos pide que consideremos más profundamente su perspectiva del mundo actual, especialmente en este trágico momento de la pandemia”.
Cada una de las 14 estaciones estuvo acompañada por un dibujo de niños pequeños y adolescentes que viven en las casas familiares Mater Divini Amoris y Tetto Casal Fattoria en Roma. El Hogar Familiar Mater Divini Amoris está a cargo de las hermanas de la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora del Divino Amor y actualmente atiende a ocho niños de 3 a 8 años. El Hogar Familiar Tetto Casal Fattoria es una cooperativa social que apoya a niños y jóvenes “en el crecimiento y construcción de un proyecto de vida”.
El Papa Francisco se sentó escuchando atentamente en una silla cubierta de terciopelo en una plataforma iluminada con vistas a la plaza, levantándose para leer una oración al final de cada estación. Detrás de él colgaba una cortina escarlata con un gran crucifijo, con velas encendidas debajo.
La oración introductoria decía: “Querido Jesús, sabes que los niños también tenemos cruces que cargar, cruces que no son más livianas ni más pesadas que las de los adultos, pero siguen siendo cruces reales, cruces que nos pesan incluso de noche. Solo tú sabes cuáles son y te los tomas en serio, solo tú».
Los niños leyeron las reflexiones en voz alta como un pequeño grupo que llevaba una simple cruz negra procesada alrededor del obelisco en el centro de la Plaza de San Pedro, encabezados por cuatro personas que portaban antorchas encendidas. El grupo, que estaba formado por niños y educadores que vestían el rostro cubierto, avanzó por una ruta bordeada por pequeñas fogatas. Las luces formaron una gran cruz parpadeante en el cuadrado vacío.
A medida que avanzaban las estaciones, la procesión avanzaba hacia el Papa Francisco. Antes de la decimocuarta y última estación, una niña presentó la cruz al Papa. Lo sostuvo con fuerza, presionando su frente contra él, mientras se leían la meditación y la oración.
La tradición romana de realizar el Vía Crucis en el Coliseo cada Viernes Santo se remonta al pontificado de Benedicto XIV, fallecido en 1758. Después de desaparecer por un período, la tradición fue revivida en 1964 por el Papa San Pablo VI, mientras que bajo el Papa San Juan Pablo II el Vía Crucis en el Coliseo se convirtió en un evento televisivo mundial.
Cada año, el Papa elige personalmente quién escribirá las meditaciones para las estaciones. El año pasado, el Papa Francisco pidió a la capellanía de la prisión “Due Palazzi” en Padua, en el norte de Italia, que preparara las meditaciones.
El Vía Crucis de este año concluyó con una oración final, que decía: “Señor, Padre misericordioso, una vez más este año hemos seguido a tu Hijo Jesús en el Vía Crucis. Lo seguimos escuchando las voces y las oraciones de los niños que tú mismo nos pusiste como modelo para entrar en tu Reino”.
“Ayúdanos a ser como ellos: pequeños, necesitados de todo, abiertos a la vida. Que podamos recuperar nuestra pureza de corazón y nuestra capacidad de ver las cosas con claridad. Les pedimos que bendigan y protejan a todos los niños de nuestro mundo. Que todos los niños crezcan en sabiduría, edad y gracia, y así lleguen a conocer y seguir su plan especial para su felicidad. Bendice también a todos los padres ya quienes les ayudan a criar a estos, tus hijos, para que siempre se sienta uno contigo como dadores de vida y amor. Por Cristo nuestro Señor. Amén.», concluyó.
Después de dar la bendición apostólica, el Papa saludó a cuatro niños pequeños que corrieron hacia él. Los abrazó y converso un poco con ellos antes de salir del escenario. Este viene siendo la segunda vez que se realiza la Vía Crucis sin público a causa de la Covid-19.
M.A.N.