En una de las avenidas más importantes de la joya turística de México, aparece un hombre decapitado. Joan Sebastián Espinosa, colombiano de 23 años, desapareció cuatro días antes con su padre, su enamorada, Yesly Tatiana Góez y un amigo en Cancún. El cuerpo de Joan fue el único encontrado por las autoridades en Medellín para encontrar a su hija, que partió hace siete meses para México buscando un mejor futuro.
Yesly Tatiana pasó su cumpleaños número 25 en un paradero desconocido. Llegó a uno de los destinos de playa más codiciados del mundo en mayo del año pasado, uno los pocos lugares de México donde un trabajador puede ganar un salario en dólares. Ahí vivía su enamorado y encontró trabajo en un salón de belleza dentro de un centro comercial de Cancún.
Veinte días después de la desaparición, la Promotoría de Cancún no aportó nuevos datos sobre lo que ocurrió. Asumen que, por la brutalidad del crimen, puede estar detrás de un grupo criminal. La investigación se centra primero en confirmar si los tres desaparecidos aún están vivos. Junto al cuerpo desmembrado incluso había un paño con una amenaza escrita.
Cancún, conocida por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, hasta hace poco tiempo no sabe cómo librarse del terror. En solo un año, los números de homicidios estremecen uno de los destinos turísticos más prolíficos del país. De 86 en 2016 para 220 en 2017, según datos oficiales.
Muchos creen que el crimen de los cuatro colombianos es un aviso más del incremento de violencia que vive el municipio. El miércoles, se encontraron tres cuerpos dentro de sacos, dos hombres y una mujer, aún sin identificar. “No voy a descansar hasta que me den una respuesta”, dijo la madre de Yesly Tatiana, que no puede viajar a México por falta de recursos.
F.H.A
