El Terrorismo, el nuevo Perú y la Cruz de Chorrillos

Por Robinson Bernal Abad

Hoy lunes 11 de setiembre luego de 25 años de prisión, sale libre la conocida terrorista Maritza Garrido Lecca, sin pagar ninguna reparación civil para las víctimas de las atrocidades de su Sendero Luminoso, como tampoco sin visos del más mínimo arrepentimiento. Y así como ella habrán muchos más terroristas libres en unos pocos años.

En estos momentos toda la clase política, los medios de comunicación, los llamado “líderes de opinión y opinólogos”, se tiran la pelota de aquí a allá buscando a los culpables, que si Toledo, si fue García Sayán, pero la verdad es que todos somos culpables, ellos por soltarlos y nosotros por permitirlo.

Nos quejamos continuamente que la izquierda, que los caviares o nuestro podrido Poder Judicial, apoyan soterrada y no tan soterradamente las ideas violentas del “Presidente Gonzalo”, que fue “Conflicto Interno Armado” y no terrorismo, que hubo también “Terrorismo de Estado”, que la dictadura de Fujimori y su corrupción, etc. Son discusiones válidas, contra ideas y conceptos que intentan maquillar, engañar y confundir a la población. Sólo los que vivieron esa época de terror, muerte, sangre, cochebombas y balaceras saben demasiado bien la diferencia.

Pero hemos olvidado un pequeño gran detalle, a comienzos de los 90s éramos un poco más de 20 millones de peruanos, hoy somos algo más de 30 millones, ósea tenemos 10 millones de nuevos peruanos que no vivieron toda esa barbarie, que como suelen decir los viejos, “ya la tuvieron fácil”, que no tuvieron apagones, no asistieron a velorios cada semana, no se bañaron con balde, ni conocen los rostros ni la historia de Abimael Guzmán y compañía.

Nos hemos dedicado a contarnos la historia entre nosotros, y nunca se la pasamos a todos estos nuevos peruanos, que no saben cuál fue el costo y valor de su libertad, que de por sí la dan por sentada, como algo que es como el aire, gratis, que no conocen que esa libertad de la que ahora gozan se conquistó con el costo de miles de vidas valiosas, de hombres, mujeres y niños, todos ellos héroes anónimos que nunca aparecerán el Museo de la Inmemoria, pero que deberían vivir siempre presentes en los corazones de cada peruano, que ahora puede ir tranquilo al estadio para ver a la selección jugar.

Digo que todos somos culpables, la izquierda pro terrorista, y probablemente nosotros aún más, pues ya se esperaba que ellos iban a buscar defender mediáticamente el mensaje y la historia senderista, pero nosotros dejamos que eso pase, nos contentamos con el crecimiento económico, los nuevos centros comerciales, con el acceso a cada vez nuevos y mejores productos que antes pensamos imposible tener, y nos encantó pasarnos la mano unos a otros en cada CADE, pero nos olvidamos todo el sacrificio que se tuvo que hacer para tener todo esto, nos olvidamos de que la paz no es algo que se conquista para siempre, la paz no es un objetivo en sí mismo, es un camino en el cual se tiene que seguir conquistando día a día.

En la imagen de este artículo aparece la Cruz del Papa, esa cruz que está en Chorrillos que fue construida a partir de los restos de las torres voladas por los terroristas en el Morro Solar, a propósito de la segunda llegada del Papa Juan Pablo II al Perú en 1988, esta cruz que ilumina la noche de casi toda la bahía de Lima, cuya historia ya casi nadie conoce, significa la victoria de la Paz sobre el terror, de la resistencia y la valentía peruana ante la locura extremista, significa que nos levantamos de tanta desgracia que estaba a punto de ahogarnos en un mar de sangre, que podemos y debemos levantarnos las veces que sea necesario,  y aún más importante, significa que nunca debemos olvidar, debemos seguir todos en pie de lucha, que aún no hemos ganado, y que por el contrario, le hemos cedido terreno al terror, pero que es posible derrotarlos nuevamente.

Es tarea de todos los que vivieron esta época negra de nuestra historia, contarle y hacerle entender a estas nuevas generaciones como fueron las cosas, para que nunca más se vuelva a repetir, que conozcan y entiendan la magnitud del horror que pasamos, que si volvemos a tratarlos como abigeos y no los combatimos con todas nuestras fuerzas, volveremos a pagar el precio de la cobardía, indiferencia, olvido e ingratitud. El Gran Virgilio acuñó una frase “Tu ne cede malis, sed contra audentior ito”, Nunca cedas ante el mal, por contra oponte a él con todas tus fuerzas, hoy esta frase es más relevante que nunca, porque ya conocemos el camino al que conduce no oponernos al mal…